Vínculo, en el sentido estricto de la palabra, significa “unión o atadura de una persona o cosa a otra”. Si se apodera de nosotros la curiosidad y rebuscamos un poco más arriba en el diccionario, podemos leer qué significa vincular, verbo definido como “someter la suerte o el comportamiento de alguien o de algo a los de otra persona o cosa”.
No obstante, desde nuestra perspectiva de educación canina en positivo, debemos sustituir la palabra “someter” por “unir” o “enlazar”, siendo conscientes de la responsabilidad que esto conlleva y la necesidad de establecer una relación que sea amable. Esto nos permitirá a ambos, guía humano y perro, beneficiarnos recíprocamente de este vínculo que vamos a crear.
En el perro, como animal social que es, el vínculo o relación con su guía es una de las partes de mayor importancia en su vida. Una buena relación con nuestro perro comienza en el mismo momento en el que entra por primera vez en nuestra casa. Voy más allá: incluso podemos decir que comienza a fraguarse en el instante mismo en el que lo vamos a recoger del criadero, si es esta la opción que hemos escogido.
Son de vital importancia los primeros días y semanas del cachorro en casa. Todos los que hemos tenido un perro de entre 8-10 semanas en nuestro hogar sabemos lo difícil, estresante y trabajoso que es tener a un “pequeño locuelo” al que hay que enseñar un montón de cosas: conductas higiénicas adecuadas, lo que se debe o no se debe hacer, cómo jugar, cuándo hacerlo, cómo hacerlo…y, sobre todo, cuándo descansar.
Los primeros días
En este período hay que tener en cuenta que, sobre todo los primeros días, el cachorro estará descubriendo su nuevo hogar, lejos de todo aquello que conocía hasta esos momentos: su madre, sus hermanos de camada… Ahora nosotros somos todo eso. Por ello, se hace fundamental el minimizar al máximo (cero mejor que una) las correcciones o castigos. Esto será aplicable durante toda su vida, pero con más énfasis si cabe en este período en el que lo que buscamos con ahínco es que el cachorro se “acerque”, que se “vincule” a nosotros; y las correcciones y castigos lo único que consiguen es el efecto contrario: alejarle y que nos asocie como algo negativo.
El trabajar con nuestro perro, que aprenda las señales básicas de obediencia (siempre usando refuerzos positivos), enseñarle habilidades (conductuales y sociales), el jugar con él de manera adecuada y jovial, ayuda a estrechar ese vínculo emocional. El cepillado bien planteado también favorece mucho la estrecha relación que vamos a crear con nuestro “amigo”.
Los ejercicios de manejo (insisto, con refuerzos positivos), masajes, TTouch, usando movimientos lentos, preferiblemente de abajo hacia arriba, calmados, con tonos de voz neutros o bajos, ojos entrecerrados (sin mirar de frente), caricias a favor del pelo, largas y con los dedos juntos, conociendo todas y cada una de las señales de apaciguamiento para saber cuándo estamos siendo demasiado “invasivos” y poder variar nuestro comportamiento…todo ello ayuda a construir el inmenso castillo del vínculo con unos cimientos fuertes y firmes.
Nuestra actitud es importante
El perro debe aprender a respetarnos y admirarnos por nuestra calma, nuestra seguridad en nosotros mismos y porque controlamos todas las situaciones en base a nuestro “lenguaje corporal”, lenguaje que debemos dominar y controlar por muy difícil, complicada o peligrosa que se torne una situación. Todo esto debemos analizarlo siempre desde el prisma de saber y conocer la sensibilidad, carácter y temperamento de nuestro compañero.
Aunque parece algo muy complicado, costoso y que encierra dificultades, no lo es tanto. Un buen profesional seguro que nos puede ayudar si tenemos dudas o si consideramos que la situación se empieza a descontrolar.Si hemos hecho un buen trabajo en los primeros meses y le hemos dado continuidad, nos encontraremos con que nuestro perro disfrutará a nuestro lado con todo lo que hacemos por y para él. Y la reciprocidad está servida.
Si centramos todo esto en el vínculo y la unión que tenemos que conseguir con nuestro perro para un trabajo deportivo, podría dar para otro artículo, ya que en cualquier disciplina que llevemos a cabo, el perro y nosotros somos uno y, si no existe conexión en este “team”, en ese equipo, se nota…y mucho.
Fuente: El Mundo del Perro