El pasado 4 de Marzo se presentó una norma en el vecino país que regirá en el segundo semestre del 2022 y que buscará proteger la salud, la biodiversidad y la observación. Recomiendan luces LED, pero ámbar y no blancas.
El Consejo de Ministros para la Sustentabilidad de Chile aprobó y presentará esta semana la nueva norma lumínica que regirá para todo el país probablemente durante el segundo semestre. Ésta, en la práctica, buscará terminar con el uso de la luz blanca fría en la intemperie por sus perjuicios para la salud humana, la biodiversidad y la observación astronómica.
La norma reducirá en todo Chile la emisión de luz azul desde un 15 % a 7 % respecto del rango visible. Hoy, así opera en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo para bajar la contaminación lumínica y favorecer la observación espacial.
El profesional del departamento de Ruido, Lumínica y Olores del Ministerio de Medio Ambiente, Felipe Loaiza, explica que a mayor porcentaje de luz azul, más blanca fría es la emisión.
Al reducirlo, en cambio, toma un color “más cálido”, “anaranjado” y menos contaminante. El experto cuenta que la luz blanca fría afecta el ciclo circadiano de las personas, alterando el sueño e incidiendo en la aparición de enfermedades metabólicas. En otros seres como aves e insectos se ha comprobado que afecta sus comportamientos, desorientándolos y provocando hasta su muerte porque los hace chocar contra los focos.
Loaiza aclara que cuando la apruebe Contraloría y se publique en el Diario Oficial la norma regirá de inmediato para las luminarias que se usan en áreas protegidas, mientras que para el resto del país operará con un cronograma para las nuevas fuentes lumínicas que se instalen.
El profesional trasandino añade que la norma incluye el pedido de que los focos se orienten hacia el suelo y que iluminen sólo lo necesario. Para las personas él aconseja que por motivos de salud en sus hogares opten por ampolletas de luz cálida y no por la fría.
Informes negativos de científicos
Una investigación del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona publicada el año pasado en la revista Environmental Health Perspectives encontró una relación entre las zonas más iluminadas de Madrid y Barcelona y casos de cáncer de mama y de próstata. En realidad, la idea no es nueva, puesto que estudios anteriores ya habían hallado una asociación entre el trabajo nocturno y un mayor riesgo de sufrir tumores. Por ejemplo, las enfermeras con turnos de noche tienen tasas más altas de cáncer de mama, según una investigación de la Universidad de Harvard.
Incluso un gran estudio publicado en 2010 comparó los niveles de iluminación nocturna de 164 países y encontró que existía un riesgo entre un 30% y un 50% mayor de cáncer de mama en los que tenían una mayor exposición a la luz, algo que no sucedía con otros tipos de tumores de las mujeres.
No obstante, el enfoque del ISGlobal fue realmente original al analizar la cuestión a través de fotografías nocturnas tomadas por los astronautas de la Estación Espacial Internacional. “Las imágenes tienen una resolución de 30 metros por pixel y podemos asignar un valor de la intensidad de la luz y el porcentaje de luz azul en el exterior de las viviendas de los participantes del estudio”, señala la investigadora Ariadna García en declaraciones a Teknautas.
- Vista de una obra completamente iluminada en una calle en Singapur, una de las ciudades del mundo con más problemas de contaminación lumínica del mundo. (EFE)
Las condiciones de cada caso pueden ser diferentes, ya que hay personas que duermen con la ventana abierta mientras que otras pueden tener la persiana completamente bajada, pero esos detalles se pulieron a través de encuestas personalizadas. Además, la muestra fue muy amplia, con 1.219 casos de cáncer de mama, otras 1.385 mujeres sanas, 623 casos de cáncer de próstata y otros 879 varones sin la enfermedad.
“Al comparar enfermos de cáncer y personas sanas e incluir el factor de la luz, hemos visto que hay una relación entre la aparición de cáncer de mama y próstata y las personas que estaban expuestas a valores más altos de luz en el exterior de sus casas”, afirma la investigadora tras analizar datos que van desde 2008 a 2013.
La melatonina
“No está estudiado el mecanismo por el que se produce, pero hay varias teorías”, apunta. La principal es que la luz afecta a la melatonina, una hormona que nos prepara para dormir. Nuestro cuerpo la produce de forma natural cuando disminuye la luz ambiental y, según los científicos, participa en muchos procesos neurofisiológicos –especialmente el control del ciclo del sueño– y celulares. “Necesitamos la melatonina para dormir”, explica Irene Cano, especialista de la Unidad de Sueño del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Ramón y Cajal.
“Si nos exponemos a la luz LED fría por la noche, como la blanca que tiene un espectro azul importante, nos activamos igual que con la luz del sol, así que le estamos mandando un mensaje contradictorio a nuestro cuerpo. La melatonina se inhibe y nos cuesta conciliar el sueño”, destaca.
Las luces más cálidas, como las anaranjadas que predominaban en las farolas de hace años, no influyen tanto, pero la blanca azulada está hoy omnipresente no sólo en la calle, sino también en los celulares, las tabletas y los faros de los coches. Por eso los expertos creen que puede estar muy relacionada con el insomnio.
“Recomendamos que dos horas antes de ir a dormir se eviten sobre todo los celulares y las tabletas, porque están más cerca de los ojos”, advierte Cano. Además, también hay estudios que apuntan a otro tipo de problemas, por ejemplo, “daños en la retina que provocan degeneración macular asociada a la edad, lo que a la larga puede desembocar en ceguera”. La asociación con los tumores que indican estudios como los del ISGlobal resulta aún más preocupante.
Según Ariadna García, no es casualidad que las alteraciones de los niveles de melatonina coincidan específicamente con el cáncer de mama y de páncreas, ya que estos tumores están relacionados con las hormonas. No obstante, cuando la aparición de cáncer está motivada por factores ambientales, es una enfermedad que puede tardar mucho tiempo en manifestarse y la instalación de luces LED es relativamente reciente. Por eso, es probable que de los resultados de su investigación no se puedan extraer conclusiones específicas con respecto a este tipo de iluminación.
Aún así, los investigadores tienen claro que la luz azulada afecta mucho más a la melatonina, de manera que sin duda el problema se estaría agravando en los últimos tiempos.
LED sí, pero LED ámbar
A pesar de todo, científicos y activistas se muestran a favor de la tecnología LED pero con otro enfoque. “Desde el punto de vista medioambiental y de la salud querríamos que se pusieran LED, pero de los buenos, ámbar o muy cálidos. Realmente, hay de todos los colores y el problema es la luz azul.
La eficiencia energética no va a cambiar mucho, pero el LED permite dirigir la luz mejor y bajar la intensidad a demanda, es una tecnología fabulosa. Lo triste es que están instalando, precisamente, los que contaminan más lumínicamente y perjudican la salud, y encima se está derrochando una millonada”, denuncia.
“Las mismas empresas tienen otros productos buenos para la salud y para el medio ambiente, es normal que como negocios que son quieran ganar dinero, pero lo que no es normal es que las administraciones instalen cosas que son peores”, agrega. En ese sentido, cree que el camino lo marcan algunos países que están limitando por ley la cantidad de luz azul que pueden tener los LED en la calle.
Además, existe otra alternativa: las lámparas de sodio de alta presión que hay en Bélgica, Reino Unido y en La Palma, isla canaria especialmente concienciada con el problema de la contaminación lumínica por sus instalaciones astronómicas: “Dan una luz muy naranja, pero es la más eficiente del mercado”.
Fuentes El Confidencial – PUChS -Chile