María Soledad dejó su trabajo anterior de guía del catamarán, y apostó por su nuevo emprendimiento de budines que brinda una gran variedad de sabores ideales para disfrutar de momentos dulces durante todo el año.
La idea de emprender surgió como la solución a una necesidad de generar un ingreso que le permita una mayor calidad de tiempo junto a su familia. Durante 11 años fue la guía del catamarán que va hacia el Bosque de Arrayanes, trabajo del cual asegura haber disfrutado mucho, pero la cantidad de horas que debía cubrir comenzó a ser un problema por lo que decidió abandonarlo e ir en búsqueda de una nueva alternativa.
“Teniendo un hijo en el jardín y una hija en el secundario, costeando niñeras, traslados, viandas, y sobre todo las horas sin verlos, fue que decidí en diciembre salir de la famosa zona de confort, y renunciar”, comienza relatando la emprendedora a LA ANGOSTURA DIGITAL.
De cocinar para su familia y para algunas reuniones laborales como hobby, su amiga Carolina la impulsó a animarse y concretar un nuevo proyecto, y así es como pasó a hornear su propio negocio de fabricación casera de budines bajo el nombre de “Puerto Dulce”.
Con mucho amor, realiza budines en tamaño chico que pesan 65 gr, y grandes de 250 gr con cuatro sabores placenteros como los de vainilla, naranja, limón o chocolate, estos dos últimos los más elegidos por sus clientes.
Pero además de los budines, que son la especialidad de la casa, también cuenta con sándwich de jamón y queso que comercializa desde su Instagram (@Puerto.dulce.vla), y cuenta con un puesto en la feria del Puerto los jueves, viernes y sábados de 13 a 17 hs.
Su rutina de trabajo es la sala de elaboración, allí aprovecha a producir la mayor cantidad de productos posibles donde María Soledad destaca que una vez alcanzó a elaborar casi 100 mini budines, 45 budines grandes y 24 sándwich en un sólo turno.
Sobre el proceso productivo, señaló que son productos elaborados con ingredientes frescos y materias primas de primera calidad: manteca, huevos, azúcar, harina, esencias, ralladura de limón o naranja, cacao, azúcar impalpable y chocolate para la decoración.
Opciones tentadoras, placenteras e ideales para saborear un budín casero, la emprendedora señala que “Puerto Dulce significa para mí autonomía, superación y reto. Una forma de enfrentar el día a día donde el resultado depende 100% de uno mismo”.
Con vistas a conquistar su próxima meta a corto plazo, indica que busca contactarse con alojamientos que ofrezcan desayunos que incorporen sus budines ya que pueden mantenerlos freezados y ofrecerlos según la demanda.
“A largo plazo me gustaría acceder a una cocina habilitada para no depender de los horarios y turnos de la sala de elaboración, ya que preferiría cocinar de noche y vender al otro día. Y en algún momento sueño con tener mi propio local. Soñar es gratis, y el querer es poder”.
Y agrega que: “Agradezco a mi familia por el apoyo incondicional porque ninguno me cuestionó nada al dejar mi trabajo anterior en tiempos de incertidumbre, y me regalaron mi primera batidora de pie para dar mis primeros pasos en el negocio. También al grupo “Madres rock” que me alentaron desde un principio, y sobre todo a los vecinos del pueblo porque ellos son los más fieles que apoyan mi proyecto”, cerró la emprendedora.