Docente de vocación y ceramista de corazón, Paola Falcone dedica sus días y horas a la producción de piezas utilitarias de cerámica y decoración en su gran emprendimiento que lleva adelante bajo el nombre “Lilas Violetas”.
Paola siempre se rodeó de la cerámica y supo que su pasión y el amor por la creación de piezas únicas, era más fuerte que cualquier otra profesión. En Buenos Aires participó de varios talleres y nunca dejó de adquirir experiencias y conocimientos en el rubro, ya sea de alfarería, decoración, o cerámica, en el que también aprendió la técnica de vitrofusión con la que comenzó su largo camino artesanal en Villa la Angostura.
Se mudó en el 2006 junto a su familia, no tenía trabajo, pero sí ganas de crecer, y fue ahí cuando dio vida a su primer emprendimiento ubicado en el Puesto de Artesanos de la Terminal en el que creaba productos de vidrio, bijouterie, platos, entre otros.
Considerando que en ese momento realizar vitrofusión le resultaba más fácil que producir piezas de cerámica, la emprendedora le contó a LA ANGOSTURA DIGITAL que su verdadero oficio lo tuvo guardado por varios años. “No hice cerámica por muchos años, y después empecé a trabajar en una escuela de jardín. Tampoco me dedicaba tanto al vidrio, hasta que decidí retomar de lleno y conectar con esto que tanto me apasiona y me gustaría dedicar todo mi tiempo, la cerámica”.
En este sentido, surgió “Lilas Violetas”, un emprendimiento donde el amor, la paciencia y el esfuerzo se hacen presentes en el día a día. Allí produce objetos únicos como platos, tazones, tazas, y para la decoración realiza tutores para macetas, cuadros combinados con madera de la zona, banderines de cerámica, macetas, mates, y mucho más.
Sin dudas, sus piezas transmiten naturaleza que se relacionan con las flores, hojas y plantas en las que pinta una por una, y línea por línea. Lo que dibuja es orgánico, aunque también diseña líneas abstractas, y hace poco a pedido de sus clientes comenzó a utilizar moldes para obtener productos idénticos en cuanto a la forma de sus productos.
En cuanto al proceso de producción, se debe tener en cuenta que sólo siendo conscientes del proceso real, se podrá entender mejor los tiempos que conlleva crear una pieza. “Se deben respetar los tiempos de uno y de la arcilla. Uso la comercial, y a veces la que es de acá. En Villa hay lugares donde hay arcilla, la voy a buscar, hago el proceso de limpieza y cuando está preparada, mezclo ambas. En vez de que el producto horneado salga de color blanco, sale de color ladrillo”, señaló.
Y continuó explicando: “Se amasa la arcilla hasta quitarle todas las burbujas de aire. Si hago alfarería en torno, realizo la pieza que deseo, dejo que se seque un poco, y cuando está en estado de “cuero”, es decir, ni blanda ni seca, ahí se puede hacer el junquillo y se retornea. Cuando está seca, uso diversos pigmentos para pintarla y luego se lleva al horno durante seis horas”.
Una vez hecho, se debe esperar un día más hasta que se enfríe el horno porque de lo contrario el objeto se podría rajar. Luego se esmalta y se vuelve a hornear a una temperatura mayor. Finalmente, la pieza esmaltada está lista para ser utilizada.
“Es fundamental respetar sus tiempos. No es que en tres días o en una semana pueda tener una pieza lista en el caso de que me hicieran un pedido. Se necesitan al menos 20 días de preparación como mínimo”, relató.
Además, su emprendimiento es amigable con el medio ambiente ya que cuando algo no sale con la arcilla, se vuelve a reciclar. “El cuanto al envoltorio que uso para vender o regalar, utilizo bolsas que ya fueron usadas, y les pongo un cartelito o un papelito de color y las vuelvo a usar. Trato de no comprar sobres, cada tanto tengo papel madera, pero trato de usar todo reciclado para envolver”, detalló.
Tratándose de un objeto único e ideal para el entorno del hogar, sus productos pueden encontrarse en su taller ubicado en el barrio Tres Cerros, en alguna feria, o desde su Instagram @lilasvioletas_, muestra algunos de sus productos con gran terminación y calidad.