Pocos saben que el primer rebaño de ovejas ingresó a este territorio (Argentina) a través de los jesuitas el 8 de enero de 1704. Llegaron arreadas desde Osorno, cruzando la actual tierra angosturense para llegar hasta a la península Huemul donde se encontraba la Misión Nahuelhuapi
En 1703 los jesuitas vuelven a fundar la Misión Nahuelhuapi en la actual península Huemul, luego de la trágica muerte de Nicolás Mascardi que diera por finalizada la primera intención en 1674.
Fue así como el padre Felipe de la Laguna regresó a orillas del Nahuel Huapi e inició un sacrificado e intenso trabajo junto a las comunidades Poyas y Puelches que vivían en esta región.
Su compañero, José Manuel Sessa, contrae una enfermedad camino a la Misión y es derivado de urgencia al Colegio de Castro para su recuperación. Por este motivo, es designado Juan José Guillelmo para ocupar su lugar.
Poyas y Puelches
La descripción de cómo eran las comunidades Poyas y Puelches, así como las costumbres de éstos que se sumaban a la vida misionera, quedo reflejada en las cartas del Padre Machoni.
Expresa “están situados los indios Puelches. Las poblaciones de estos indios, se merecen tal nombre, las que componen unos toldos portátiles de cuero que usan para albergue, están formadas sin orden, ni concierto entre dos Cordilleras, o Alpes muy eminentes, por donde es necesario pasar precisamente, o sea yendo por Chile, o sea por Chiloé para llegar a donde se halla poblada la jente. De las vertientes de estas Cordilleras, y de sus perpetuas nieves se forma una gran laguna de seis leguas de largo, y cerca de tres de ancho, la cual, porque entre otras menores islas, tiene una mayor llamada Nahuelhuapi, toma de aquí su nombre, y también el País, y toda la Misión, que tiene la advocación de Nuestra Señora”.
Un poblado con doscientos habitantes
La Misión llegó a tener unas doscientas personas en total, con varias construcciones como corrales, galpones, una iglesia – que fue destruida en dos oportunidades- y hasta una biblioteca que llegó a contar con unos 300 libros.
Demostraba una moderada prosperidad, y hasta llegó a tener un correo que pasaba dos veces por año uniendo Castro, Chiloé, con Santiago. Sin embargo todo cambiaba al llegar el invierno, cuando las comunidades Puelches y Poyas se alejaban hacia los valles más distantes -a orillas del “Desaguadero”, hoy más conocido como Río Limay- para poder asegurarse buena caza de choiques y guanacos.
Por este motivo los jesuitas decidieron comenzar con la cría de animales y resguardar carne para tener durante el invierno, de esa manera buscaban evitar que tanto Poyas, como Puelches, se marcharan de la Misión con la llegada de las primeras nevadas.
Gran escasez de comida
La Situación al llegar el invierno era más que complicada. El jesuita Machoni recuerda “el terreno es todo lomería llena de bosques, aunque en parte se abren algunas vegas, y todo el valle ocupa la laguna. El temple es tan rígido, que todos los meses del año hiela fuertemente, y los vientos son sobremanera fríos, pues por cualquier rumbo, que soplen han de pasar precisamente por la cordillera nevada”.
Aseguraba también “de estas causas proviene no poderse mantener árbol alguno fructífero en todo el País, ni se halla otro, que un manzano plantado por el venerable Padre Nicolás Mascardi, el cual no da fruto, o si da alguna manzana es tan empedernida, que no se puede comer. Tampoco se da legumbre alguna de las que pueden servir de mantenimiento, solo se crían en la isla algunas papas, que son unas raíces muy comunes en todo el Perú, pero aún estas escasean aquí, y también serían la quinua plantada, que se asemeja al bledo, así como el tallo, como la hoja, y la flor, y da una semilla, órgano que es su fruto: todos los demás se hielan antes de llegar a sazón, y por esto es lo más común no sembrar nada los naturales”
El primer rebaño de ovejas
Ante este crítico panorama, el Padre Juan José Guillelmo decidió iniciar la cría de animales y gestionó un rebaño de ovejas que llegó, luego de un largo periplo, un 8 de enero de 1704.
Los animales fueron traídos desde Chiloé, pasando por Osorno, hasta cruzar la cordillera, luego bordearon todo el lago hasta llegar a la actual península Huemul. Sin embargo ninguna de las ovejas pudo superar el primer invierno, que tuvo fuertes e intensas nevadas que terminaron con la vida de estos animales que estaban acostumbrados a la constante lluvia del sur de Chile, pero no a las fuertes heladas y la falta de alimento producto de las reiteradas nevadas.
“El suelo se endurece de manera”
El mismo Machoni recuerda sobre este duro invierno “se cubre toda la tierra de nieve, sobre la cual cayendo las heladas se endurece de manera, que los rayos del sol no tienen fuerza para derretirla, y de aquí es que las ovejas que se trajeron desde Chiloé a los Misioneros con increíble trabajo, no se pudieron mantener, y no quedó una con vida. El mantenimiento más común de sus paisanos es la carne de caballo, que prefieren en su estimación, y tiene por más sabrosa, y regalada”
Pero los jesuitas no eran personas fáciles de vencer, y al otro verano volvieron a tomar la iniciativa de criar ganado propio, pero ahora llevando las primeras vacas a la Misión Nahuelhuapi.
Pero esto, ya forma parte de otra historia…
Yayo de Mendieta
Villa la Angostura
Noticia vinculada: “Reseña histórica de lo que fue la misión jesuítica “Nahuelhuapi”