Un día como hoy, pero hace dos años atrás, a Guadalupe le encontraron las manos femicidas.
Pocos días después, esas mismas manos suicidaron al femicida. No lo hizo solo, lo hizo con la ayuda de la negligencia del policía cuya única función en ese momento y en ese lugar, era resguardarlo.
Asesinada la piba y muerto el femicida, las manos de la justicia declaran caso cerrado.
Cerrado, si. Solucionado, no.
Las manos de un pueblo horrorizado por el espanto de la “tragedia”, se levantaron y gritaron nunca más ante las puertas ardidas de la comisaría y del juzgado.
Otras manos aceptaron rápidamente una renuncia del juez sindicado socialmente como responsable. La mano de una funcionaria colega de aquél, declaró que no era penalmente responsable. Quizás las manos del juez no sean por ley responsables, pero fueron perezosas y tibias. Y no cuidaron a la piba. A ninguna piba cuidan las medidas irrisorias que Videla fijó.
Otro funcionario, usó sus manos, redactando en una carilla la declaración de emergencia por violencia de género y en un acto circense monetizó la pretendida resolución de una problemática estructural, en un millón de pesos.
Nuestras manos, que soban espaldas de compañeras, secan lágrimas de sobrevivientes y aplauden las victorias en las calles, celebraron. Sentíamos que por fin nos empezaban a escuchar.
Luego llegó el vértigo: muchas manos alborotadas, con algo de culpa sobre sus espaldas y temor por sus “legajos laborales” salieron a escribir ideas desconectadas, todas disfrazadas de políticas públicas y así, anunciaron con bombos y platillos la creación de la casa integral de la mujer, del juzgado de familia, de la oficina/”comisaría” de la mujer, escribieron un protocolo para abordar situaciones de violencia en el ámbito laboral municipal, al cual aparentemente sensibilizados decidieron llamar “Protocolo Guadalupe”.
Si no fuese por la militancia territorial, este movimiento se vería tentado de agradecer tanta voluntad política en pos del abordaje eficiente de la problemática, pero claro, la realidad irrumpe y nos muestra que de tanto que se pretendió hacer, finalmente no se hizo nada. Quisieron bajar la efervescencia del clamor social del momento, anunciando las famosas políticas de cartón. Pero a las pibas, a las infancias y disidencias nos siguen violentando.
La preguntas que necesariamente debemos hacernos es:
• ¿Cómo esperar de este estado la solución de algo, cuando claramente es parte del problema?
• Cómo esperar de Desarrollo Social una solución, cuando sus propias trabajadoras son violentadas, precarizadas, expulsadas, y otras “despedidas” por denunciar estos hechos?
• Cómo esperar de la oficina de la mujer una respuesta, cuando después de algunas horas de espera por falta de personal, la primer pregunta a la denunciante es, ¿qué tipo de denuncia quiere hacer?. Cómo si fuese su responsabilidad caratular “delitos” o conocer leyes provinciales que elles mismes desconocen?
• Qué esperar de un poder judicial, que suele tirarse la pelota de un fuero al otro cuando las papas arden. Con múltiples intervenciones, que terminan ocasionando el hastío de la mujer, usuaria del servicio de justicia, que pide auxilio como última oportunidad de salvar su vida?
• Y qué esperar de un gobierno provincial al cual la aldea de montaña no le mueve la aguja en las elecciones.
Nos tienen olvidados, y ese olvido no discrimina por género.
Las manos femicidas que mataron a Guada en la calle, son las mismas que mataron a Adriana en el quirófano y a Robinson en la intimidad de su hogar. Esas manos, SON LAS MANOS DEL ESTADO. Son las mismas manos que usaron para firmar una orden de detención irregular de las mujeres mapuche, hoy presas políticas, obligando a parir a una de ellas en el encierro, como un triste deja vu de la época más oscura de nuestra historia política.
Son las mismas manos que ni siquiera analizan la problemática habitacional, la cual recrudece la violencia de género. Porque a no dudarlo, esta problemática es transversal, multidimensional y multicausal. Y esto, la clase dirigente ya lo debería tener interiorizado.
Son las mismas manos que firman excepciones para algunos proyectos inmobiliarios, pero castigan con multas a mujeres que se autosustentan su propio trabajo en ferias, cooperativas o en las calles de Mallín.
Si con las manos hablan, con la boca disfrazan discursos. Y esto se se ve hoy, más que nunca, en campaña electoral: nuestras demandas son fríamente banalizadas y sirven para llenar de contenido discursos políticos partidarios. Nos hablan de empoderamiento, de autonomía, de abordaje interdisciplinar, de sensibilización y capacitación; al tiempo que la directora de una escuela pública, bloquea cualquier intento de dar ESI en las escuelas. Paralelamente el intendente, anuncia la localización exacta del nuevo refugio de la mujer (el mensaje implícito es “vayan femicidas, ya saben donde están recluidas y alojadas”).
Estamos hartas de sus mentiras, hartas de sus falsas promesas, hartas de sus instituciones de cartón; porque mientras ustedes juegan a la política a nosotres nos siguen matando!!!
Ya pasaron dos años..
Los pueblos tienen su palabra, palabra que exige, palabra que cuenta, palabra que crea.
Pero sobre todo tienen memoria, recuerdos de su historia y de su lucha. Guada fue y seguirá siendo semilla de cambio, y vivirá por siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones. Porque nos encontramos, lloramos, nos abrazamos y en los momentos más vulnerables nos damos fuerza para seguir.
Porque sabemos que si tocan a una, nos tocan a todas. Y sabemos que en un mundo donde violencia y la opresión son moneda corriente.. la empatía, el arte y el amor son revolución.
Que continúe nuestra lucha
Amulepe taiñ weichan!!