A principios del siglo pasado el paraje Correntoso, hoy conocido como Villa la Angostura, tenía una vida muy diferente y desconocida. Escribe Yayo de Mendieta.
Pasaron poco más de veinte años del inicio de las actividades del Hotel Correntoso y las dificultades era cosa común de todos los días, aunque tenían un perfil diferente. Tener un piano de cola en el Hotel Correntoso no era un tema que pudiera pasar inadvertido, considerando que nos remontamos a 1927, cuando ni siquiera existía Villa La Angostura como tal. Recordemos que se toma el 15 de mayo de 1932 como fecha de fundación de la localidad en coincidencia con la inauguración de la Oficina Radiotelegráfica “Correntoso”.
Foto: primera hoja del Libro de Visitas inaugurado el 19 de septiembre de 1929.
Precisamente traer el piano desde el pueblo de San Carlos de Bariloche resultó por demás complicado considerando que se debió realizar por vía lacustre (el medio de comunicación más utilizado por aquellos años con esta localidad) pues el “camino de la herradura” permanecía cerrado durante ocho meses al año.
Foto: El comedor del Hotel Correntoso. Nòtese la elegante vestimenta de los turistas a la hora del almuerzo.
Fue durante esta dura tarea, cuando parecía que todo llegaba a buen fin, y tratando de bajar el piano del barco – comandando la operación el mismo Primo Capraro – que algo falló, y ante el estupor de todos los presentes el piano se cayó … al lago.
Sin embargo, Primo no se caracterizaba por dejarse vencer tan fácilmente. Consiguió un reconocido afinador y lo trajo hasta el “Paraje Correntoso”. Poco más de un mes después, los huéspedes disfrutaban de las melodía del piano en el Hotel Correntoso.
¡Te apuesto una cerveza !
El río Correntoso, en cuya desembocadura se encuentra construido el Hotel, tiene una curiosa historia en referencia a su descubrimiento, cuando fue bautizado como el “Canal de la cerveza”, ante una apuesta entre Eduardo O´Connor y sus compañeros de viajes de exploración.
El 27 de enero de 1884 buscando la comunicación entre el lago Frías (hoy lago Correntoso) y el Nahuel Huapi ven a corta distancia de la costa una pequeña escotadura y apuestan, ante una discusión sobre si era o no el nexo de unión entre ambos lagos “algunas cervezas”. Este canal de comunicación entonces, fue llamado ”de la cerveza” por las circunstancias que precedieron a su descubrimiento.
Este río cuenta además, con la particularidad de ser denominado “El río más corto del mundo” por sus escasos 132 metros de extensión desde su nacimiento en el lago Correntoso, hasta el lago Nahuel Huapi.
Foto: El ganado cruzando la desembocadura del Río Correntoso.
El primer “Huésped ilustre”.
En abril de 1928 el Hotel Correntoso recibe al primer “huésped ilustre”, según describiría el mismo Primo Capraro. El Ministro de Guerra general Agustín P. Justo se hospeda en el Hotel durante una noche, y se reúne por la tarde con los vecinos del “Paraje Correntoso” para escuchar sus reclamos más urgentes.
El militar escuchó con atención, se solidarizó con los pobladores, y prometió el envío de uno de sus allegados para conocer en detalle los problemas más urgentes. Al marcharse le comentó al anfitrión, Primo Capraro, que estaba gratamente sorprendido por el ímpetu de los que asistieron a la mencionada reunión.
Y el militar cumplió. Pocos meses después, una comitiva oficial del gobierno visitaba la zona del “Paraje Correntoso” para interiorizarse de la problemática planteada.
Primo Capraro escribió de esa visita: “…en estos días de desconfianza y desandes, pueda mi modesta voz, aportar algún beneficio inspirando mayor fe en las inagotables riquezas y grandes destinos del país, y el aporte de este Ministro que nos afianza en la esperanza…”.
No pasó inadvertida esta acción en los pobladores, a tal punto que, casi cinco años después, al inaugurase la oficina Radiotelegráfica “Correntoso”, se labró un acta donde se proponía la fundación del “Nuevo Pueblo y Futura ciudad Industrial Agustín P. Justo”. Este hecho sucedía un poco después de las 11 de la mañana, el domingo 15 de mayo de 1932, y hoy se considera como la fecha de la fundación de Villa La Angostura.
Este acontecimiento sería recordado por Primo Capraro a través de los años, pues al editarse una copia mecanografiada – en abril de 1932 – de su escrito “Mi sueño”, dedicó el libro a quien era por entonces el Presidente de los argentinos (había asumido en febrero de ese año) escribiendo: “…la visita a esta región de los lagos en abril de 1928 del entonces Ministro de Guerra General Ingeniero Agustín P. Justo, hizo renacer en los ánimos de los pobladores de la Patagonia, la confianza en la lucha con la seguridad de no ser abandonados de los poderes centrales, así como yo he vuelto a sentir fluir en mis venas nuevas energías en virtud del General Ingeniero Agustín P. Justo, al mismo dedico este modesto trabajo que desde hace tantos años lo tenía esbozado y recién consigo editarlo. 1932.
(firmado) Primo Capraro.
Disculpe patrón…
Resultaba muy particular el vinculo entre Francisco Capraro y sus empleados que, en su gran mayoría eran oriundos del lugar. Basta como ejemplo una nota enviada por Domingo Barría, en 1936, cuando lo requería que: “…necesito plata para jugar en la carrera de mañana”.
Tampoco está exenta de cierta curiosidad la forma de comercializar los animales, en el caso de este escrito “una junta de bueyes”, ante la presencia del Juez de Paz local, quien dejaba constancia del negocio realizado “de común acuerdo entre las dos partes, siendo hombres de bien…”.
Sin dudas, eran…otros tiempos.
Soy, pero no soy…
No deja de ser notable la historia de Juan Maler, quien llevó la contabilidad del Hotel durante casi treinta años y cuyas oficinas se encontraban en San Carlos de Bariloche. Tenía un excelente trato con la familia Capraro y se destacaba por cumplir con suma prolijidad y eficiencia su trabajo. Nadie hubiera sospechado su verdadero pasado.
Sin embargo al tomar estado público la estadía en San Carlos de Bariloche del ex-capitán SS Erich Priebke (quien fuera acusado y juzgado por la matanza de las “Fosas Ardeatinas”), surgieron a la luz otras sorpresas para los habitantes de la región del Nahuel Huapi.
Juan Maler resultó ser en realidad: Reinhard Kops. Perteneció al Departamento de Inteligencia alemana durante la Segunda Guerra Mundial. En el conflicto bélico estuvo destacado en Francia y Bulgaria donde desarrolló trabajos de propaganda para la SS hitleriana. Habría huido a Roma tras escapar de un centro de detención inglés, y en 1948 llegó a la Argentina.
Se habría acogido a los beneficios del gobierno de Juan Domingo Perón quien entregó – con participación de la Cruz Roja Internacional – más de veintidós mil documentos para cambio de identidad a quienes se identificaran como “perseguidos de guerra”. Fue subalterno de Wilhelm Canaris (Ministro de Guerra de la Marina y Jefe de la Abwehr del Tercer Reich) durante diez años.
El personal “convulsionado”…
Numerosas personalidades han visitado y forman parte de la rica historia del Hotel. Sin embargo los empleados recuerdan (en forma muy especial las mujeres) la estadía del popular cantante Sandro quien grabó la película “Siempre te amaré” dentro y en los alrededores del Hotel (también se registraron escenas en la Capilla Virgen de la Asunción y la residencia El Messidor).
Parece ser que el reconocido interprete, durante los casi veinte días que duró su permanencia en este “bellísimo lugar”, no escatimó “halagadores conceptos” para la hija del dueño del Hotel (Silvia Capraro), quien además actuó en un papel secundario (fue una recatada “monja”) sobre el final de la película.
No menos inadvertida fue la estadía (en este caso para el personal masculino) de la actriz Isabel Sarli, quien acostumbraba a tomar sol en condiciones “más que escandalosas” para la época en la costa del Nahuel Huapi, frente al comedor del Hotel. Más de uno perdió el sueño (y casi la compostura) durante esta particular visita. Sin embargo “Doña Emma” – recuerdan cariñosamente los empleados – siempre estaba allí, controlando que todos siguieran “atentamente” en sus actividades laborales.
Algunas escenas de la película “Intimidades”, con alto nivel de erotismo, se filmaron en desoladas playas cercanas del Nahuel Huapi. Sin dudas el empleado mas envidiado del Hotel resultaba ser el lanchero Pinuer quien, en la lancha “Venus”, los acercaba al lugar, resultando ser un “espectador de lujo”.
Finalmente, Isabel Sarli y Armando Bo, dejaron expresado su grato paso por el Hotel, en el “Libro de Visitas” que aún se conserva como testigo de innumerables personalidades que fueron sorprendidas con la belleza del “Correntoso”.
Las “mascotas” del Hotel
No pasaba desapercibida la presencia de las “mascotas” del Hotel, que recibían a los sorprendidos pasajeros y con su gracia conquistaban la atracción de los más pequeños. Una de ella tenía por nombre: “Bra”, y resultaba ser un ciervo que Francisco Capraro había traído desde la Isla Victoria al Hotel, con apenas unos pocos meses de vida.
Don Guillermo Gutiérrez recuerda con cariño: “…una vez que don Francisco trajo el ciervo al Hotel, cuando apenas eran un “bambi”, me encargue de criarlo y de cuidarlo, pues era medio “mañoso”(…), nunca me voy a olvidar cuando estuvo el presidente Agustín Lanusse, me descuidé y se me metió adentro del comedor cuando estaba el presidente por empezar a almorzar, por suerte todos lo tomaron con gracia e incluso se sacaron varias fotos…(…), siempre tenía que tener cuidado con los chicos porque tenía reacciones difíciles, pero claro era una animal que nunca se pudo domesticar por completo, pero era la gran atracción del Hotel y ningún pasajero se iba sin tomarse una foto de recuerdo…”.
No pasó sin sobresaltos la ocasión que se alimentó con un “exquisito” sombrero (así lo debe haber pensado seguramente) de una elegante turista, quien pese a los gritos desesperados no pudo recuperar su preciada prenda. Forman parte de esta curiosa historia la hembra “Susana”, y la cría nacida de ambos “”Arturo” (en alusión al ex-presidente Frondisi).
“Susana” resultó ser algo “bebedora” – recuerdan testigos con una sonrisa – pues solía introducirse en el lavadero buscando el solvente que resultaba ser su “perdición”. No menos problemático para Doña Emma era otra de sus particulares costumbres: morder los burletes de los autos.
Pero no todos eran momentos de sonrisas para los turistas, en una oportunidad – recuerda Lidia Hubert – un grupo de turistas notó que el ciervo los seguía, estos empezaron a apurar el paso, y el ciervo continuó con su costumbre de seguirlos, pero los turistas, desconfiando de las sanas intenciones de “Bra” corrieron y se encerraron en la usina. Allí permanecieron más de dos horas – mientras el ciervo realizaba una “celosa guardia” en la puerta – hasta que un empleado del Hotel advirtió la situación y los “rescató” del encierro voluntario.
Y si algo especial le faltaba en la “fauna” propia del Hotel Correntoso, era la de una “cabra voladora”. En una oportunidad una cabra que era “habitue” del lugar entró en el Hotel y subió por las escaleras, y sin nadie poder explicarlo llegó hasta una lucarna en el altillo, desde donde – buscando una salida en forma desesperada – se arrojó al vacío.
Todos contuvieron la respiración mientras realizaba su “destreza aérea”, el gran golpe y quedarse inmóvil sobre el jardín llevó a imaginar que era su última picardía, pero unos minutos después (estaba desmayada) retomó sus habituales energías y todo volvió a la normalidad.
Mascotas, si las hay, eran las de aquellos tiempos, sin lugar a dudas…
La “Ciudad Correntoso”.
Desde los inicios mismos del siglo pasado el “Paraje Correntoso” o “Correntoso” tenía una identificación propia. De hecho, en los primeros planos de la región existe la marcación del “Correntoso”, no así de la localidad de Villa La Angostura, que recién daría sus primeros pasos en 1932.
Resulta un claro ejemplo de este particular hecho, la anécdota que vivió Marino Simbeni (el primer Intendente electo de la localidad) que entrevistado por quien esto escribe, menciona: “… regresé a Europa después de treinta y tres años de haber llegado a la Argentina cuando sólo tenía doce años, y al llegar a una localidad francesa, llamada Dijon, donde tenía un tío, pasé a visitarlo, y me encuentro con la sorpresa de que el cuñado de uno de los hijos, que estaba presente, me recuerda: “…yo estuve en la ciudad Correntoso, hace unos años, y estuve pescando, ¡que buena pesca que existe por allí!…”.
Tenía hasta estafeta con esa identificación – continua relatando el señor Marino Simbeni – y las cartas llegaban diciendo “Correntoso”, como si fuera una localidad más. Esto demuestra el peso de la historia que tiene el lugar”.
Yayo de Mendieta
De su libro “Apuntes del Correntoso (2003)
Villa la Angostura