Algunas especies de truchas se encuentran en la lista de las cien especies invasoras más peligrosas del planeta, como el caso de la arcoíris.
Las truchas que habitan las aguas de nuestro país son especies exóticas. Han sido introducidas por el hombre principalmente con fines comerciales, fuera de sus ambientes naturales de distribución y se volvieron peligrosas para los ecosistemas naturales porque presentan una gran capacidad de dispersión y una gran voracidad. Algunas especies de truchas se encuentran en la lista de las cien especies invasoras más peligrosas del planeta.
Según diversos estudios realizados en nuestro país, una de las especies que más daños ha causado en la fauna nativa es la trucha arcoíris. Esta especie es originaria de los ríos y los lagos de Norteamérica y fue introducida en los lagos patagónicos a principios del siglo pasado. Actualmente su distribución se ha ampliado mucho, llega a lugares como La Rioja, Córdoba o La Puna. Existen varios reportes sobre los daños que han realizado las truchas sobre las especies nativas de peces y anfibios, ya que devoran sus huevos, sus larvas y los renacuajos, lo que genera reducciones en sus poblaciones y sus áreas de distribución. En particular, las truchas han puesto en peligro a la mojarra desnuda, una de las seis especies emblemáticas y en peligro de extinción que busca proteger el programa Extinción Cero recientemente lanzado por el Ministerio de Medio Ambiente.
En cuanto a la situación actual de este grupo de peces en la Argentina, el doctor Pablo Scarabotti, especialista en ecología de peces del Instituto Nacional de Limnología (Conicet) en Santa Fe, señala: “En la actualidad, en la Argentina, tres especies de salmónidos se encuentran firmemente establecidas en ríos de bajo orden y lagos de Patagonia, Cuyo y el noroeste argentino: la trucha arcoíris, la trucha marrón y la trucha de arroyo. Otras dos especies, el salmón encerrado y la trucha de lago, tienen distribuciones más restringidas en Neuquén y Chubut y en el Lago Argentino y sus tributarios, respectivamente. Estas especies desarrollan sus ciclos de vida exclusivamente en agua dulce. El salmón rey o chinook y las variedades anádromas de la trucha arcoíris y de la trucha marrón son menos abundantes y realizan migraciones entre el mar y los ríos patagónicos”.
Por otra parte, el investigador sostiene: “La trucha arcoíris es la especie más abundante y ampliamente distribuida y es objeto de cría intensiva en muchos sitios del país. Sólo en la Patagonia, se liberan anualmente más de dos millones de alevinos para sostener las poblaciones silvestres, más una cantidad indeterminada de adultos que se escapan de las jaulas de los criaderos en los lagos”.
Consultado acerca de la introducción de truchas en el noroeste argentino, el doctor Marcos Mirande, ictiólogo e investigador del Conicet en la Fundación Miguel Lillo de Tucumán, afirma: “Las truchas arcoíris fueron introducidas por primera vez en Tucumán entre 1895 y 1901, por impulso de Stewart Shipton, empresario inglés que fue el primer intendente de la ciudad de Concepción. Eso impulsó también su cría y las siembras periódicas en diferentes ríos de la región”.
Para pescar truchas, se llegan a pagar hasta 650 dólares diarios. Según estudios realizados en Neuquén, la pesca, incluyendo viajes, hospedajes y pasajes de estadía, genera recursos que en épocas recientes ascendían a los siete millones de dólares. La pesca deportiva fue muy importante para el desarrollo turístico de la Patagonia.
Acerca de la relación costo-beneficio de introducir especies exóticas con fines económicos, Mirande señala con cautela: “Hay que considerar dos cosas. Por un lado, cualquier cálculo de beneficios es falaz si se desprecian los costos. Y, por otro lado, no sabemos cómo sería el ‘negocio’ de la pesca en la Patagonia si se hubiera enfocado en especies autóctonas, como las percas criollas. O incluso si, en lugar de hacerse en la Patagonia, se hiciera en el NOA y NEA, enfocada al dorado, por ejemplo”.
Acerca de la peligrosidad de las truchas para las especies nativas, Scarabotti manifiesta: “Dos de las especies invasoras más peligrosas del planeta están presentes en Argentina: la trucha arcoíris y la trucha marrón. Las truchas han modificado profundamente las redes alimentarias de los ríos y los arroyos alrededor del mundo, propician la desaparición de muchas especies de sus hábitats naturales por depredación directa o por competencia por el alimento. En nuestro país, los ríos con presencia de truchas generalmente tienen una abundancia baja o nula de especies de peces nativas como el pique, el bagre otuno, el púyen y la trucha criolla”.
El efecto dañino de esta especie se extiende a la región del noroeste argentino. Señala Mirande: “Se ve el mismo efecto entre los peces autóctonos, como mojarras, yuscas, viejas del agua y se desconoce si interfiere en alguna medida con la reproducción de los sábalos y los dorados, que remontan los ríos hasta altitudes que en algunos lugares se solapan con la distribución de las truchas”.
No solamente los peces autóctonos son víctimas de esta especie tan voraz. Los anfibios también sufren importantes mermas en sus poblaciones.
Consultado al respecto, el doctor Sebastián Barrionuevo, especialista en ranas andinas del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (Conicet), indica: “La Patagonia y los lagos y los arroyos de montaña son los sitios donde las truchas han sido introducidas con mayor éxito. Justamente en estas regiones es donde algunas especies de anfibios reúnen características que las hacen más vulnerables a las truchas. Un ejemplo concreto lo constituye las especies del género Telmatobius. Este grupo de ranas vive en los arroyos de montaña de Los Andes. Los renacuajos son grandes, no muy ágiles y tardan mucho tiempo en metamorfosear. Estos hábitos los tornan en presa fácil de las truchas. Incluso existe evidencia directa de que las truchas en la naturaleza pueden llegar a comer un ejemplar adulto de estas ranas”.
El experto agrega un dato: “En Catamarca, el valle del río Chaschuil es una zona muy popular entre los pescadores de trucha. Allí vive la especie de Telmatobius hauthali, que en la actualidad está ausente de la mayoría de los arroyos de la zona”.
Sobre la situación actual, Mirande concluye: “Lamentablemente no hay un registro explícito de las cuencas con truchas en el país. Esto se debe a que las introducciones son de tres tipos: por la siembra ocasional o periódica de organismos oficiales en algunas provincias; a partir de los propios pescadores, que siembran salmónidos furtivamente; y por escapes de individuos de criaderos hacia el medio natural. Y en ninguno de estos casos se difunden los sitios de siembra”.
Fuente: Infobae