El sacerdote de Villa la Angostura y Plottier, Rubén Capitanio, será asesor de gestión de uno de los miembros del gabinete del gobernador Rolando Figueroa: el ministro de Gobierno, Jorge Tobares. La designación ya fue difundida junto con la de otros miembros del equipo de gobierno provincial y, según se conoció, el objetivo será que el religioso, ya jubilado de su rol en la Iglesia, haga aportes en materia social y de derechos humanos al ministro.
“Yo a Tobares lo conozco desde hace muchos años, hemos compartido temas sociales y humanos, cuando fue en otra gestión ministro de Gobierno, algunos de los temas de la gente pudimos solucionarlos”, dijo el religioso en una entrevista con Radio Nacional. “Mi deber de sacerdote y cristiano es estar del lado de la gente y al lado de la gente. Eso generó una relación que mantenemos desde hace años con Tobares”, aclaró.
Capitanio aclaró que la nueva gestión, con Figueroa a la cabeza, encontró obstáculos que impidieron acelerar las designaciones de asesores y otras figuras del gabinete. Por eso, recién se oficializó su rol en el gobierno provincial a casi tres meses del cambio de mando en el gobierno provincial. “Yo creo que eso ha ido en contra de una organización más rápida del gobierno. Recién ahora se están organizando las áreas, todavía no tenemos un tema específico”, aclaró.
Por la relación que los une desde hace décadas, Tobares le solicitó al cura su acompañamiento al conocer que su cartera iba a abarcar de temas de gran sensibilidad social. “Tiene (a su cargo) aspectos muy importantes para la sociedad, como Derechos Humanos, pueblos originarios, familia, Justicia. Son temas que me interesan como ciudadano y también como cristiano y más como sacerdote”, dijo y aclaró: “Eso hizo que aceptara”.
Capitanio aseguró que su rol será el de asesorar al ministro de Gobierno, pero no será un funcionario del gobierno provincial. Por eso, aclaró que los ministros no están obligados a escuchar o tener en cuenta su opinión. “Desde hace 48 años que estoy en la provincia como sacerdote y este año voy a cumplir 49 años de cura. Siempre he tratado de aportar ideas para tratar de sumar alguna opinión para solucionar los problemas de la gente con todos los gobiernos”, afirmó.
Repasó su acompañamiento no sólo a la flamante gestión de Figueroa sino también a la de otros gobernantes neuquinos. “Recordaba hoy conversaciones con el general Trimarco, que era de la dictadura pero tomaba decisiones de gobernador, aunque para mí no fue gobierno. También con Felipe Sapag en algunas cosas nos pusimos de acuerdo, con Sobisch, con quien no nos pusimos de acuerdo en muchas cosas, y también trabajé con el gobernador saliente, Gutiérrez, siempre del lado de la gente y apoyando reclamos justos”, dijo.
Capitanio aclaró que ese mismo rol va a cumplir ahora, en este caso como asesor del ministro Tobares. Agregó que el funcionario le dio su consentimiento para que el religioso aporte sus opiniones “con total libertad”. En ese sentido, agregó: “La tarea es asesorarlo a él, que él escuche mi opinión, lo que no quiere decir que vaya a hacer lo que yo le digo”.
“Todavía no tenemos un tema concreto en el que yo esté trabajando”, sumó Capitanio, y agregó que Tobares, al saber que “le iban a tocar estas áreas tan importantes desde el punto de vista político, social y sobre todo humano, le interesaba mi opinión y mi aporte sobre estos temas”.
Para la próxima semana, la cartera de Tobares afronta un desafío que podría generar tensiones a nivel social. Está prevista una reunión con las organizaciones sociales, que reclaman por aportes para comedores y merenderos barriales, así como el sostenimiento de un plan para incorporar a los desocupados a las obras públicas de la provincia.
“Es muy importante que el gobierno escuche a las organizaciones sociales porque son las que han estado al lado de la necesidad de la gente. Pudo haber y habrá dificultades o acciones confusas, eso no lo niego, pero lo importante es lo que se ha hecho. Si buscamos la perfección es muy probable que no hagamos todo el bien posible”, opinó el sacerdote.
Rubén Capitanio llegó a la provincia por invitación del obispo Jaime de Nevares, y se desempeñó como sacerdote en la Iglesia San Sebastián de Plottier y anunció su jubilación en diciembre de 2022, tras cumplir 75 años. A esa edad, a los obispos y párrocos se los invita a presentar la renuncia a su servicio.
“En pocos días más cumpliré 75 años y desde hace un tiempo vengo pensando que era hora de renunciar a mi servicio, a mi tarea de cura párroco después de cincuenta años de estar compartiendo la vida de las distintas parroquias donde he estado”, explicó Capitanio a través de un mensaje de audio al que accedió en ese entonces LMNeuquén. Agregó que “le he pedido a Dios que me ayude a comprender, a entender, y a decidir, y creo que lo menor es que yo ya deje esta vida parroquial, esta manera de servir a mis hermanos como párroco”.
En 1975 Capitanio se ordenó sacerdote en La Plata. El 4 de agosto de 1976, cuando Capitanio era párroco en Berisso, recibió una llamada telefónica de Antonio José Plaza, por entonces arzobispo de La Plata y cercano a la dictadura militar, advirtiéndole que no durmiera en La Plata esa noche. Su padre ya había sido secuestrado y torturado durante unos días y su hermano había sido golpeado. Capitanio fue obligado a trasladarse al sur del país. El 7 de agosto de 1976, como le dijo el obispo Jaime De Nevares, Neuquén lo estaba “esperando con los brazos abiertos”.
“Empecé a comprender que éste (la dictadura militar) era un proyecto que no perseguía a quien obraba de diferente manera, sino a quien pensaba de distinta manera. Eso me ayudó a entenderlo el Monje Mamerto Menapache, del monasterio de Los Toldos, y terminó de enseñármelo Don Jaime De Nevares”, dijo alguna vez el religioso.
“Uno se jubila como párroco pero no como sacerdote. Me armé como un slogan, una frase sobre lo que haré en el futuro: voy a ser sacerdote en situación de calle, como un cura a la intemperie”, le adelantó a LMNeuquén.
Neuquén solidario
El párroco participó del ciclo producido por LMNeuquén y LMPlay, Neuquén Solidario, donde relató las vivencias tras asistir a cientos de familias durante la pandemia de coronavirus. Cuando las riesgos sanitarios obligaban a cerrar los espacios de oración, el sacerdote consideró que no se podía “cerrar la solidaridad”, por lo que desarrolló un intenso trabajo de asistencia para acompañar a las familias vulnerables de Plottier en épocas de paralización económica.