Camilo Cayeli, un antiguo poblador de la Colona Ensanche Sarmiento, solía contar una anécdota en la que afirmaba que Sir Thomas Holdich, el árbitro británico, había sido engañado en Valle Huemules; y que de este modo se había conseguido que el valle le fuera adjudicado a Argentina. Su relato, que aún es rememorado por algunos pobladores de la zona como un hecho cierto, es el siguiente:
Para contrarrestar la tesis de división de fronteras rigiéndose por la divisoria de aguas, que en ese caso favorecía a Chile, dado que los causes de agua de Valle Huemules, desaguan en el Pacífico, Moreno solicitó al Gobierno Nacional la construcción de una línea telegráfica hasta Huemules. Tomando como punto de partida la vivienda de Koslowsky, debería ser unida con la que pasaba por el lugar en el que en un futuro cercano se construiría la estación del ferrocarril Patagónico, parada Kilómetro 162. Un decreto nacional del 27 de febrero de 1902 dispuso su creación.
El tendido de la línea se realizó con extrema celeridad pero pese a ello, solo fue posible tender 10 leguas (50 kilómetros) de la línea telegráfica. Faltaban muchas leguas para que llegara a valle Huemules. De todos modos, dispuso que los aparatos trasmisores se instalaran en una de las viviendas de Koslowsky. En el viejo rancho de troncos resecos también colocaron un gran escudo con la insignia nacional que decía: “Telégrafo de la Nación, República Argentina”. Los aparatos transmisores fueron trasladados con celeridad desde Comodoro Rivadavia por los comerciantes Bernardino Etcheto y Roberto Muñoz.
Cuando llegó la comisión de límites presidida por Sir Thomas Holdich, el representante británico quedó sorprendido al advertir el escudo que anunciaba una estación telegráfica Argentina. Ante ello, no se podía poner en dudas los derechos argentinos sobre ese lugar. Entusiasmado, el árbitro resolvió enviar telegramas a Buenos Aires e Inglaterra. Esto causó sorpresa en Moreno y todos los presentes que estaban al tanto que la línea no funcionaba. Pese a ello, se le entregó el mensaje al telegrafista.
Minutos después, sigilosamente, un mensajero llamado Antonio Sonzza partió a todo galope hacia el kilómetro 163 punto terminal de la línea, que se había pretendido unir con Huemules. Cabalgó día y noche para cumplir con la misión que se le había encomendado. Una vez allí transmitió los despachos de Holdich y se quedó a la espera de las respuestas. Tan pronto las tuvo en sus manos emprendió el camino de regreso.
Ante la satisfacción de todos, finalmente Holdich tuvo en sus manos la respuesta que decía: “Paz firmada hoy con Sudáfrica”. La buena noticia alegró al representante de Su Majestad. La guerra entre ingleses y Boer había concluido y el imperio había triunfado.
A cerca del telégrafo, el chileno Hans Steffen, integrante de las comisiones chilenas para la delimitación del límite entre Argentina y Chile, en esta ocasión se encontraba presente y contó lo siguiente:
“…aquí termina el camino carretero y luego aparece una casa con algunos galpones y corrales, domicilio accidental del señor Koslowsky, exempleado del Museo de La Plata. Este establecimiento es el residuo de la famosa empresa de colonización polaca que tuvimos hacia 1898 durante nuestra estadía en la casa de Steinfeld. En los momentos actuales encontramos aquí a una cuadrilla de trabajadores ocupados en colocar los postes de una línea telegráfica, cuyo punto de partida es la Rada Tilly (actual Comodoro Rivadavia) en la costa del Atlántico.
Nos preguntamos con extrañeza cuál puede haber sido el objeto práctico de semejante extensión de una línea telegráfica al interior de una región entonces poco menos que desierta. La casa de Koslowsky no estaba habitada permanentemente y en sus alrededores no existía por centenares de kilómetros de distancia ningún ser humano que pudiera sacar provecho del telégrafo. Se comprende por consiguiente, que algunos miembros de nuestra comisión se formaran la idea de que esos trabajos se hubieran extendido hasta la casa de Koslowsky más bien para impresionar al delegado del Árbitro que por razones de conveniencia práctica. De todos modos, la comisión recibió de esta manera comunicaciones de fechas relativamente recientes, las cuales eran entregadas por mensajeros montados que partían del término actual de la línea situado en la confluencia de los ríos Mayo y Guenguel, a una distancia de varias jornadas”.
En su libro de 1947, Steffen vuelve a referirse al telégrafo de Valle Huemules: “Pero mucha mayor fue nuestra sorpresa cuando, avanzando desde Laguna Blanca hacia el occidente, en demanda de la Colonia Koslowsky, encontramos en las cercanías de la divisoria de aguas, por lo tanto, en territorio reclamado por Chile, obreros ocupados en establecer una estación terminal de telégrafo del Estado Argentino, que desde Rada Tilly, en la costa Atlántica, debía ser conducido hasta ese lugar”.
Fragmento del libro “El viejo oeste de la Patagonia”, de Alejandro Aguado