Uno se encuentra en Tricao Malal y otro está en Neuquén capital, ambos rescatan la función social y de seguridad de la policía en territorio neuquino. Se brindan visitas guiadas para escuelas y público en general.
El amplio territorio provincial, junto con sus características patagónicas, como el clima y la ruralidad, propusieron desafíos muy variados a aquellos primeros hombres que pertenecieron a la institución policial. Todo ese registro, sobre la labor social y de seguridad que realizaba la Fuerza, fue puesto en valor con dos proyectos concretos: el Museo Policial de Tricao Malal, creado en 2010; y el Museo y Archivo Histórico, Comisario Luis. E. Dewey, ubicado en Neuquén capital, fundado un año después. En la actualidad todo ese legado está al alcance del público en general.
En los museos policiales se resguardan y exponen desde los primeros partes diarios, pasando por los antiguos elementos utilizados por los agentes, como sables y silbatos; hasta los prontuarios de famosos bandidos rurales como Juan Bautista Bairoletto, de quien también existen fotografías.
La comisario, licenciada en Museología y jefe a cargo del Museo y Archivo Histórico policial, Anahí Oliva, coordina las visitas guiadas con escuelas y público en general, y en ellas se propone revalorizar la función social de la Policía apelando a la historia de la provincia.
“En el norte mandaban al policía a que fuera a convencer a un padre de que su hijo tenía que ir a la escuela, o eran los encargados de informar sobre temas de salud como la vacunación, atendían partos, sofocaban incendios”, enumeró Oliva.
La licenciada en Museología también recordó que en materia de seguridad “la cordillera de Neuquén, a principios del siglo XX era un polvorín porque toda la delincuencia robaba en Argentina y se cruzaba Chile, y viceversa. Era peligroso” y reconoció que durante el invierno bajaba la delincuencia debido a las inclemencias del tiempo y la policía hacía otras tareas.
“Cuando llega el Estado Nacional a esta zona, empieza a conformar distintas instituciones que no estaban presentes hasta ese momento y la policía fue fundamental, colaborando en absolutamente todos los sentidos. Estos efectivos se dedicaban a hacer rutas, caminos, puentes, a manejar las balsas. Cuando se trasladó la capital de Chos Malal a Neuquén, la policía hizo el traslado de todas las oficinas, de la gente, el traslado de los presos inclusive”.
“La policía no solamente cumple una función de seguridad, sino que tiene una función social, que tiene que ver con apoyar a la población”, subrayó la Comisario.
En parte del recorrido por el museo de Neuquén se pueden apreciar algunos elementos utilizados como los variados modelos de máquinas de escribir que eran fundamentales también para el policía que tenía que hacer tarea administrativa y de información. “Tenemos un montón de fotos en las que está el policía a caballo trasladando la máquina de escribir”, indicó Oliva.
“El sable Gallo, se llama así por la marca que lo fabricaba y porque es un animal que está asociado en casi todas las policías del mundo con la seguridad, con un ´estar alerta´. Entonces, el efectivo generalmente estaba en territorio con el sable. Imponía esa autoridad”, sostuvo.
Otro elemento fundamental utilizado en el pasado, que se encuentra exhibido, es el silbato ya que “durante los rondines para comunicarse entre ellos, los policías usaban el silbato y a través de un lenguaje específico intercambiaban información”, explicó.
Dentro de las experiencias que ofrece la recorrida por el Museo Policial de Neuquén se encuentra un espacio lúdico destinado a niños y niñas donde pueden sacarse fotos junto a vehículos históricos utilizados en servicio, como es el caso de una moto y un jeep acondicionado con una bomba que era utilizado para apagar los incendios.
El museo está abierto al público de lunes a viernes de 8 a 15, es gratuito y se reciben visitas de escuelas con coordinación previa.
Bandido rural: Juan Bautista Bairoletto
Según cuenta el expediente que está exhibido en el Museo Policial de Neuquén, Bairoletto era hijo de una pareja de inmigrantes italianos. Nació en Santa Fe el 11 de noviembre de 1894. Su familia se radicó en la provincia de La Pampa. Desde joven tuvo problemas con la policía, fue acusado de homicidio y encarcelado hasta 1921. Fue asaltante de caminos, sosteniendo tiroteos con la policía de La Pampa y provincias vecinas. Era considerado el vengador de los sufrimientos de sus amigos y su figura de justiciero fuera de la ley hace que se vuelva popular, convirtiéndose en un mito.
La gente lo ayudaba a huir y cuando se refugiaba en un lugar le hacían llegar mensajes para prevenirlo, le proporcionaban alimentos, abrigo y cuidados. Como corresponde a la leyenda robaba a los ricos y ayudaba a los pobres, repartiendo lo obtenido entre sus amigos, protectores y gente necesitada.
“Si bien Bairoletto no estuvo en Neuquén capital, sí hay registros que corresponden a su paso por el sur de Mendoza y norte de Neuquén”, precisó Oliva.