Dos investigadoras especializadas en especies medicinales y fitofármacos analizan el lugar que ocupa este conocimiento en la sociedad actual y comparten sus principales usos para tratar síntomas y enfermedades. El “boom naturista”, la necesidad de supervisión profesional para su uso y el creciente interés de la ciencia y la tecnología, entre las claves.
Argentina es un país con abundantes recursos florísticos que tienen impacto en la salud: de las casi 10 mil especies que crecen en el territorio, el 80 por ciento contiene principios activos con fines terapéuticos. Sin embargo, hoy en día, ¿qué lugar ocupa el conocimiento desarrollado sobre plantas medicinales? ¿Se trabaja en el consultorio con ellas? ¿Se puede hacer uso de sus beneficios de forma casera?
Desde la pandemia, la sociedad ha revalorizado los productos naturales y se ha dado una especie de “boom naturista”, donde las plantas medicinales y los alimentos orgánicos tomaron un rol protagónico. Para la doctora Alicia Penissi, investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), a pesar de que su uso no es reemplazo de la medicina tradicional, su valor es indiscutido y es fundamental recuperar este saber popular -y ahora, también, científico-que naturalmente ha acompañado a la humanidad.
“En el contexto de pandemia, las personas empezaron a conectar y a buscar respuestas en las plantas y en los alimentos funcionales de origen vegetal, es decir, en plantas que, además de un alto valor nutritivo, contienen componentes activos que reducen riesgos a enfermedades. Una buena parte de esas búsquedas se orientó a la medicina natural y a la exploración de plantas medicinales con usos antivirales, anti-inflamatorios, para el fortalecimiento del sistema inmunológico o para tratar enfermedades respiratorias”, indica Penissi a la Agencia CTyS-UNLaM.
La doctora Renée Fortunato, investigadora principal del CONICET y del INTA-Hurlingham (ex Castelar), también destaca el valor de estos recursos florísticos y señala que, si bien existe un conocimiento ancestral sobre el uso de las plantas en el tratamiento de enfermedades, “estas prácticas se encuentran todavía preservadas en las comunidades rurales, donde la única alternativa terapéutica accesible está constituida por la utilización de los recursos naturales disponibles”.
Pero, entonces ¿qué sucede con toda esta información? ¿Llega al consultorio? Al parecer, las recetas que las prescriben no abundan. “En general, los médicos recurren a los fármacos tradicionales, pero, en ocasiones, sugieren acompañar la medicación con alguna infusión o aceite de plantas medicinales – apunta Penissi-. Es importante destacar que su uso no reemplaza los tratamientos ni debe demorar la consulta médica. Además, es necesaria su supervisión ya que, contrario a lo que se cree, los productos naturales no son inocuos y pueden provocar reacciones adversas o intoxicaciones”.
La investigadora de UNCUYO sostiene que, a pesar de esta preferencia de los profesionales de la salud, “las plantas son un gran banco de nuevos fármacos por descubrir y, junto con una alimentación sana, resultan la base de la medicina preventiva”.
“Estoy convencida de que el paradigma tradicional y las alternativas naturales deben aprender a convivir. Es importante este respeto mutuo, de tal manera que podamos entablar un diálogo intercultural, encontrando los puntos de encuentro que puedan conducirnos a mejorar los niveles de salud de nuestra población”, indica la especialista.
De la tierra al laboratorio…
En busca de potenciar estos conocimientos, las líneas de trabajo en fármacos desarrollados a partir de especies vegetales han recibido más financiamiento y, por ende, su estudio se ha visto afectado positivamente. La doctora Penissi señala que, en Argentina, “el sistema científico ha puesto en relieve este tema y cada vez hay más líneas de investigación que consideran al área como estratégica y prioritaria”.
En este sentido, la especialista marca que el laboratorio que dirige “está dedicado hace 30 años al desarrollo de nuevos fármacos a partir de vegetales de la región de Cuyo y se han obtenido resultados exitosos en compuestos para tratar úlceras gástricas, reacciones inflamatorias, desarrollo tumoral y enfermedades neurodegenerativas o dolores de tipo neuropático, entre otros”.
Por su parte, Fortunato señala que “si bien en materia de investigación hay información publicada y hay distintos estudios en evaluación, la gran mayoría se basa específicamente en el análisis de los compuestos químicos que estarían asociados a las diferentes actividades terapéuticas. No obstante, en el sistema de salud se continúan utilizando drogas ya conocidas”.
Dime qué planta tienes y te diré qué enfermedad puedes tratar…
Fortunato, especialista en recursos florísticos con propiedades terapéuticas y titular de la cátedra de Botánica I (Morfología) y Botánica II (Sistemática) de la Universidad de Morón, explica que muchas de las especies de plantas que hay en Argentina pueden resultar útiles para el tratamiento de una amplia gama de enfermedades y síntomas.
“El tratamiento de la diabetes, por ejemplo, puede verse complementado por el uso de las raíces tuberosas dulces de Yacón (Smallanthus macroscyphus). Este tubérculo, cultivado en las cercanías de la Cordillera de los Andes, contiene insulina y es utilizado como probiótico y edulcorante. Otra opción es la llamada Pata de vaca o Pezuña de Buey (Bauhinia forficata subsp. pruinosa), propia del Noreste del país, cuyas hojas tienen actividad hipoglucemiante para Diabetes tipo 2 y analgésica”, explicó la investigadora del CONICET.
“En el caso de enfermedades respiratorias – puntualizó la experta – las hojas de Ambay y la Marcela (Cecropia pachystachya y Achyrocline saturoides) tienen efecto expectorante. Similares son los casos del Eucalipto y la Palta (Eucaliptus globulus y Persea americana) que, si bien son dos especies introducidas, tienen gran presencia en el país”.
Para las problemáticas infecciosas, Fortunato también destacó el uso medicinal de sustancias propias de plantas nativas: “La corteza del Quebracho Colorado chaqueño (Schinopsis balansae), o las hojas del Aguaribay (Schinus molle) tienen propiedades muy beneficiosas para este tipo de enfermedades”.
Según relevamientos de INTA y CONICET sobre el perfil de los consumidores de plantas medicinales, sus principales usos se dan por sus propiedades digestivas (63,7 %) y, en menor medida, como sedantes (28,9 %), diuréticas (16,3 %), adelgazantes (6 %) o para tratar la diabetes (4,2 %).
Fuente: AGENCIA CTyS