Historias de vida: Hortensia Lorenzo y Carlos Eduardo Hensel

Doña Hortensia de Hensel, febrero 1996, foto Mechi Palavecino

En la tarea de seguir rescatando historias de vida de familias que forjaron nuestra historia como pueblo, recordamos a Hortensia Lorenzo y Carlos Hensel, antiguos vecinos de la localidad. Escribe Mechi Palavecino, museóloga y Profesora de Historia U. N. Comahue.

 

En 1996, hacia poco que yo había regresado a mi pueblo después de 22 años de ausencia, con mi marido y mis dos hijos. Mi madre vino a visitarme ese verano, ella los extrañaba mucho, ya que mis hijos eran pequeños aún. Me acompañó a ver a doña Hortensia, en La Granja. Yo quería entrevistarla y ella visitarla. Si bien doña Hortensia era unos años mayor que mi madre, en la Villa de los sesenta, todas las personas eran amigas por esto de la solidaridad ante las dificultades y las adversidades por las condiciones de la vida de antes, que era muy dura y se necesitaba del vecino, ya que muchos no teníamos familia aquí y  mi madre era una persona particularmente sociable y  era tan amiga de doña Hortensia como de su hija Melita y luego de sus nueras, Cristina y Elsa. Sentíamos que todos éramos una gran familia, y es asi como yo recuerdo ese período.

Doña Hortensia era española, como mis abuelos maternos, yo la recuerdo como una persona sumamente trabajadora, que en cualquier momento del día ella estaba en su granja, sembrando y cosechando cosas, trabajando la tierra, cuidando sus animales, ordeñando y vendiendo la leche, haciendo la manteca y el queso, cocinando dulces, tartas y masitas…. todo eso con su sonrisa bonachona y su mirada inteligente. Recuerdo que cuando la visitábamos por las tardes, ella dejaba de trabajar un rato para estar con nosotros, y a mis hermanos y a mi nos dejaba jugar con sus conejos y darle de comer a las gallinas y pollitos. Nos dejaba juntar las manzanas y peras caídas, para nosotros eran muy entretenidas esas visitas.

En esa charla me contó que era oriunda de Vigo y que si bien tenía un buen pasar en su pueblo, tuvo curiosidad por viajar a raíz de una prima que conocía este país y le insistió mucho que debía venir, despertando su curiosidad y  a los 18 años decidió embarcarse rumbo a la Argentina, sin dimensionar lo lejos que esto quedaba y con la idea de regresar a su patria. Después de mucho gestionar ante su padre y un tío para completar el valor del pasaje en barco, logró su cometido y llegó a Buenos Aires el 14 de diciembre de 1926 en el buque Cap.Norte, según consta en el certificado del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos.

En Buenos Aires consiguió trabajo como institutriz en casa de la familia Avellaneda y producto de esta relación laboral conoció Cumelén, donde la familia Avellaneda tenía una propiedad veraniega y pasaba tiempo aquí. Cumelén (lugar de paz, en mapuzungun) en esos años era propiedad del Dr. Exequiel Bustillo, presidente de Parques Nacionales, institución recientemente creada bajo su dirección. En Cumelén conoció a Carlos Eduardo Konrad Hensel, alemán, quien había venido a la Argentina a instancias de sus parientes, los Meier, que ya estaban establecidos en el lago Espejo. Carlos trabajaba para Exequiel Bustillo, desempeñando múltiples tareas, mayordomo, lanchero, mecánico, era una persona multifacética …

Luego de varias temporadas de noviazgo, finalmente Carlos viajó a Buenos Aires y se casaron un 8 de julio de 1937, cuando ya Hortensia tenía 30 años de edad.

Foto: Acta de matrimonio

Con el advenimiento de la guerra civil en España y el derrocamiento de la República por Francisco Franco, se frustraron las posibilidades de regresar a corto plazo a su país natal para Hortensia, y luego con la Segunda Guerra, para ambos.

A diferencia de Hortensia, Carlos nunca se nacionalizó argentino y siempre mantuvo su nacionalidad alemana. Ya casados trabajaron ambos en Cumelén unos años, Hortensia como cocinera y Carlos como persona de confianza de Bustillo. También estuvieron un año en Península San Pedro trabajando para el arquitecto Alejandro Bustillo, hermano de Exequiel. Compraron tierra, los lotes agrícolas 43 y 54 de Villa “la Angostura” dentro del Territorio Nacional del Neuquén, según consta en la escritura del 6 de agosto de 1943 y con mucho trabajo y esfuerzo construyeron La Granja, como su vivienda y residencial para el turismo incipiente.

Foto:  Escritura de la propiedad

Hortensia narra que con el advenimiento del primer peronismo, Bustillo vendió Cumelén a sus amigos para evitar ser expropiado y yo agrego, como ya había pasado con los Lynch en Quetrihue, Federico Pinedo en la actual UBA, y García Merou que debió mal vender su propiedad, Inalco, a Jorge Antonio, presidente de Mercedes Benz de Argentina y testaferro de Perón, para solo nombrar los casos mas conocidos por la zona. En una entrevista concedida a Arlette Neyens en 1992, Hortensia cuenta que Exequiel lloraba por dejar esto, después de trabajar tantos años. También comenta allí que mientras eran sus empleados, como el sueldo no era mucho, Exequiel permitía que Carlos trabajase también para otras personas y de esta forma lograra mejorar su ingreso.

Carlos y ella trabajaron muy duro para sacar La Granja adelante. Hortensia dice que ella cosía, que hizo todos los cortinados, las sábanas y los colchones para La Granja, que hacia todos los trabajos del hogar y de la granja propiamente dicha, los cultivos y los animales. Tuvieron tres hijos, Carlos, Melita y Eduardo.

Foto: Pasaporte alemán de Carlos Hensel

Carlos (padre) quería ir a Chile, a reunirse con la colectividad alemana allí, quería que vendieran sus 18 has.  decía que con eso podían estar muy bien en Chile, pero Hortensia estaba muy apegada a su país de adopción, a su terruño, a las cosas materiales por las que había trabajado tanto. Ninguno cambió de opinión y, con el tiempo, Carlos se terminó yendo a Chile, dejando aquí a Hortensia y sus hijos. Yo era chica, pero recuerdo que, sobre todo Melita, estaba muy enojada con su padre por eso. Sus hermanos y ella siempre colaboraron con su madre para sacar La Granja adelante, fue un emprendimiento familiar.

Hortensia cuenta que una señora suiza le enseñó a hacer quesos, de esta forma se podía aprovechar más la leche, además de hacer la manteca. Eduardo me comentaba también la forma que utilizaban para conservar los huevos. Me dijo que se pasaban por cal viva y de esta manera se mantenían frescos por mucho mas tiempo. Habían plantado frutales y Hortensia hacia diferentes tipos de dulces y mermeladas, para deleite de los turistas en temporada. Hortensia ofrecía a sus clientes tres tipos  diferentes de pan casero, de nuez, con salvado y blanco. En la cocina recreaba platos españoles, alemanes y argentinos, para delicia de sus comensales.

Foto: Hortensia y Carlos Hensel, foto archivo familiar

Conversando con Cristina Zamora (quien se casó con Carlos,  el hijo mayor), hace unos meses, mientras la entrevistaba por el tema del “Angosturazo” y de la Escuela 104, ella me decía que en temporada venían a La Granja los estudiantes de la UBA (Universidad de Buenos Aires) diariamente a tomar el té y fue allí como conoció Melita a quien fuera su esposo, Osvaldo Pellín, estudiante de medicina en ese tiempo y que vacacionaba en Inacayal. Ya recibido Osvaldo se especializó en Pediatría y con los años y viviendo en Neuquén capital, Osvaldo llegó a ser Diputado Nacional por el Movimiento Popular Neuquino. Mi padre sacó las fotos diapositivas del casamiento de Melita y Osvaldo, así como también las de Cristina y Carlos un tiempo después.

La Granja siempre trabajó mucho en temporada y doña Hortensia supo dar ese aire de familiaridad y excelencia que la caracterizaba. Con el fallecimiento de doña Hortensia, el 11 de junio de 2003, La Granja fue repartida por sorteo entre sus tres hijos y hoy viven allí algunas de sus familias. Esta historia continuará…

Este artículo fue realizado en base a:

  • Entrevista realzada a doña Hortensia por Mechi Palavecino en febrero de 1996 y recuerdos personales de Mechi
  • Entrevista realizada por Arlette Neyens en Pioneros de los lagos andinos, tomo I, año 1992
  • Charlas con Eduardo Hensel, octubre de 2021
  • Charlas con Cristina Zamora, mayo 2021

 

 

 

 

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