Sr. Director:
Como viejo vecino de este hermoso lugar, he denunciado múltiple veces la corrupción enquistada ya desde hace muchos años, dentro de los engranajes del sistema público local.
Dichas denuncias sentadas en sede municipal, Consejo Deliberante, y hasta en el propio poder judicial, al día de hoy, no tienen energía en su tramitación, ni mucho menos adecuada respuesta por parte de los administradores de turno encargados de llevar adelante las investigaciones pertinentes; cuando, precipita obvio, las funciones públicas se entrelazan en una especie de abrazo solidario, donde unos se cubren a otros, haciendo la vista gorda -de muy pronunciada obesidad-, tratando que no salgan a luz las disfunciones cometidas por sus pares en la función pública.
Estas prácticas claramente delictivas, que, en su fondo, y entre otras yerbas, ocultan riquezas que no se pueden probar a la luz de las aritméticas legales, buscan, no otra cosa, que sellar la impunidad de la cual la gente está harta, descreyendo ya en los políticos que aparecen y se rotan unos a otros, cual si fueran calesita de infancia, volviendo las mismas prácticas en un giro que solo cambia caras y figuras de apariencia, siendo que en su fondo, y a pesar de coloridos discursos superadores, yacen en sus espíritus las mismas intenciones de pasarla bien a costa de otros, intentando vivir del estado, a costa del esfuerzo del ciudadano que trabaja todos los días para mantenerlos, sin recibir a cambio actividad de calidad.
En estas tierras, donde la Justicia hipócrita carga todo el peso contra los ladrones de gallinas encerradas, son actualmente los dueños del gallinero quienes mandan moviendo las manijas del poder a su antojo, usando para tan nefasta misión, algunos funcionarios prendidos en cada uno de los tres poderes del estado.
En este bagaje de inmundicias, recuerdo bien haber sufrido un allanamiento abusivo ordenado en su cabeza de control, por un delincuente disfrazado de magistratura, que hacía oficios como jefe de fiscales en el sur de esta provincia, ese mismo que no sabía que a metros de su casa en un exclusivo barrio privado de San Martín de los Andes, se encontraba residiendo uno de los narcotraficantes más buscados del país, y que finalmente fuera apresado por fuerzas federales tras meses de investigación a espaldas de un jefe de investigadores.
Denuncié a ese funcionario ante el Tribunal Superior de Justicia, fue procesado en un jury, y la familia judicial hizo lo propio en disimulados oficios, continuando el agente público haciendo de las suyas, abusando de su función, y ejercitando violencia institucional en un cargo de justicia; esa misma Justicia que tampoco sabía que una alta autoridad integrante de sus filas vivía cerquita de un narco con amarillento pedido de captura, que incluso estaba mirado por inteligencias de fronteras afuera.
También he denunciado a ese fiscal que lograra jubilarse denunciado penalmente por retardar el servicio de justicia en la investigación pretendida de esa corruptela que abarca amigos del poder local, portando los apellidos de siempre, prestos a las mismas mañas; y aquel cargando a cuestas su última denuncia penal antes del honroso retiro que le diera el estado neuquino por los servicios brindados.
Creo que hay que fortalecer a las instituciones, y en esa brújula cabe el aporte de cada uno de los oprimidos por este sistema que simula justicia, cometiendo injusticias; que hasta se sabe autopercibe impune desapareciendo causas, esas que ya no se encuentran, y que quedaron en el olvido de la gente, pero indeleble en mi memoria.
Ningún fiscal me ha llamado; ningún político se ha comunicado; a nadie parece importarle la corrupción que roba el dinero de la gente, porque todos danzan alegres en la fiesta del estado obsceno, ese mismo que persigue ágil al hombre de a pie, y que se distrae en mora cuando debe investigarse a uno de los propios que integran la casta parasitaria que hay que exterminar para que podamos salir adelante como sociedad.
De mi parte, les valga en seguridad que los seguiré denunciando con la impronta que me caracteriza, exento de los miedos que intentaron “les” cobardes que se abusan del poder.-
Jorge Aníbal Sainz
DNI 13.970.890
Villa la Angostura