Según la denuncia fue un taxista “con la difusión de una imagen fotográfica que buscó ser intimidante y que circulara por lapso de horas en las redes sociales”. El denunciante aún no fue llamado a declarar por la Fiscalía del Juzgado Federal de Zapala.
El vecino que denunció a los “narcotaxis” de Villa la Angostura fue amenazado por uno de los taxista que fue despedido por el dueño de la licencia, según explicó el abogado Cristian Pettorosso.
El mismo Pettorosso explicó a LA ANGOSTURA DIGITAL que se radicó la denuncia penal porque “se ha intentado amenazarlo al testigo con la difusión de una imagen fotográfica que buscó ser intimidante y que circulara por lapso de horas en redes sociales”.
Según la denuncia, un taxista, que fue despedido de su trabajo, “habría subido a estados de WhatsApp de su propio numeral y o cuenta telefónica una imagen pretendidamente intimidante formada con la palabra “GAY” mediante un polvo blanco en lo que se presume o intenta presumir que sería polvo de cocaína, con explícita leyenda debajo de la imagen, que reza -textual-: “Esto es para el sorete que me ensucia porque le molesta que publico boludeces con porquería pedazo de pelotudo”
Pettorosso dijo “considero que es muy grave la intención de intimidar al testigo que se animó a denunciar una organización ilícita que opera mediante el narcomenudeo en coches taxis en esta localidad, máxime en el contexto de peligro que encierra la falta de adecuadas respuestas urgentes por parte de los órganos de justicia encargados de prevenir y reprimir el comercio de estupefacientes”
Aclaró que “el testigo pidiera medidas de seguridad al formular su denuncia y aún ni siquiera lo han llamado a declarar” y observó que “la omisa respuesta del estado, podría generar responsabilidades distintas a los funcionarios de justicia que no cumplan con su deber, en caso que le sucediera algo al testigo; y no porque lo digo yo, sino porque lo exige la ley”
La denuncia
En la misma se explica que “tenemos en la localidad aproximadamente un padrón de más de 70 taxistas operando regularmente, contados entre propietarios de vehículos con licencias habilitadas (cantidad 54), con más sus peones choferes que trabajan en horarios repartidos, previamente acordados con el titular responsable del coche”.
“De ese universo de conductores, existen algunos pocos que utilizan los vehículos para distribuir -y hasta vender- sustancias tóxicas penadas por la ley nacional de estupefacientes, norma que protege la salubridad pública”.
El modus operandi
Consiste en llevar pasajeros “portadores de drogas ilegales, haciendo un recorrido por distintos puntos de la localidad, con agenda previamente cargada de los clientes compradores de tóxicos, en diferentes domicilios que son indicados al conductor, quien detiene su marcha en cada uno de los lugares donde desciende el “dealer” -coloquialmente denominado “transa”- y entrega al consumidor la sustancia previamente requerida mediante mensajería electrónica; siendo una transacción que no demanda más de 3 minutos promedio, toda vez que la operación se hace rápido porque el adicto o comprador está esperando la llegada del taxi con dinero en mano”.
“Entregada la droga, realizada la venta, el transa o vendedor sube nuevamente al vehículo e indica al taxista el próximo domicilio a dónde ir, para así continuar su marcha y distribución por distintos lugares, haciendo de esta forma paradas momentáneas que no demoran más del tiempo arriba indicado”.
Algunas veces “el transa le indica al conductor del taxi quedarse en una esquina, para no delatar con la presencia del “coche blanco” la casa en dónde se deja la droga, máxime teniendo en consideración que del domicilio no egresa ninguna persona para subir al coche”.
“La mecánica de este tipo de distribución de drogas se realiza todos los días, mayormente en horarios tarde/noche, con diferentes transas que, por la confianza que se genera en un vínculo que se repite en cada viaje, buscan siempre a los mismos taxistas para transportar y llevar las drogas a quienes esperan recibirlas; generándose así una sociedad ilícita, tácita, no reconocida en un principio, pero sí afianzada con el paso del tiempo”.