Sr. Director:
Frente a la grave situación imperante, donde los narcos han ganado las calles de Villa la Angostura, vendiendo con total impunidad estupefacientes por redes sociales, y ofreciendo servicios de delibery en motos y autos de alquiler; mercadeando marihuana, cocaína, metanfetaminas, benzodiazepinas, ácidos, hongos alucinógenos y otras drogas más, a niños y adolescentes en las puertas de las mismas escuelas y colegios secundarios donde los chicos asisten a estudiar, no podemos tener una fuerza federal con plena capacidad operativa cruzada de brazos, ociosa, mirando cómo la Policía de seguridad provincial hace lo que puede frente a una batalla que -de momento- está siendo perdida por el estado, donde la sociedad viene siendo atacada y se encuentra rehén de la hiperactividad delictiva; y, de contraste, prisionera de la alarmante falta de oficio público para combatir este flagelo, que es el peor de todos los males.
En efecto, tratándose Gendarmería Nacional Argentina de una fuerza de seguridad militarizada, y encima enclavada en el corazón de este pueblo y ubicada frente a una plaza donde los tóxicos se suministran a menos de cincuenta metros de la principal puerta de ingreso de su edificio; corresponde -y más temprano que tarde- que la institución actúe de oficio, por propio imperio, frente a los hechos de narcomenudeo que envenenan a tantos jóvenes en esta localidad, atacando ahora hasta los alumnos; hechos cuales se toman conocimiento público cada vez con mayor frecuencia en los medios de prensa que, lógicamente, también leen los uniformados de verde en este pequeño poblado.
Es una verdad a medias que GNA actúa por órdenes emanadas de la Justicia Federal frente a este problema, cuando, del estudio de la propia normativa orgánica que rige a la fuerza -reglas con más de medio siglo de vigencia-, vemos que el artículo 3, inciso “i”, ley 19.349, dispone que dentro de sus funciones se encuentra establecido que los gendarmes deben “intervenir para reprimir la alteración del orden público, o cuando éste se vea subvertido, o cuya magnitud sobrepase las posibilidades de control de las fuerzas policiales, o cuando adquiera las características de guerrilla, en cualesquiera de sus formas”.
Naturalmente, hasta el ciudadano más distraído se da cuenta que la exponencial expansión de la actividad del narcotráfico, en todas sus dinámicas de distribución y venta de los venenos, supera en creces las capacidades de prevención y represión de los elementos policiales locales, dando como resultado un saldo trágico, donde las muertes comienzan a sumarse. Casos últimos como el de Robinson Gatica, Pablo García, y otros más que vendrán a engrosar la lista de homicidios a causa de narcóticos, evidencian sin mayor esfuerzo intelectivo que las drogas están ganando y los ciudadanos de bien están perdiendo.
Ante tamaño escenario, donde incluso días atrás fueron amenazados con arma unos alumnos en cercanías de una institución educativa, tan solo por negarse a consumir los venenos ofrecidos, vemos que la situación se ha desmadrado y no podemos esperar que toda la responsabilidad cargue en los uniformados de azul, cuando los agentes de verde pueden -y deben- actuar colaborando con la fuerza de seguridad provincial, a la hora de comprender que el ataque masivo a la salubridad de los jóvenes -y de toda la población- es una alteración flagrante al orden público, y de una magnitud tal -visto está- que sobrepasa las posibilidades reales de control de las fuerzas policiales.
Por estas razones, creo que Gendarmería debe hacer gala de sus excelsas capacidades poniendo a disposición sus recursos humanos y materiales, auxiliando a la Policía del Neuquén en esta lucha desigual, donde los narcos vienen ganando, por lejos, cobrándose la salud y la vida de vecinos de este pueblo, y ya hasta metiéndose con los niños y adolescentes que atemorizados ahora concurren a educarse, alterándose la paz social de una forma jamás vista en estos rincones de la Patagonia Argentina.
Salgan a las calles Señores Gendarmes; saquen los perros, las camionetas y las armas, que bien lo pueden hacer, la ley se los permite y gran parte de la población lo reclama.
Ayuden a la gente trabajando de forma mancomunada con otros organismos del estado, con otras fuerzas, como lo dijera en cimero reclamo nada menos el mismísimo Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el último encuentro de jueces federales celebrado en Rosario el año pasado.
Coordinen acciones frente a un enemigo interno común y ejecuten con prontitud, porque la juventud estudiando tranquila en las aulas de nuestras escuelas, es la generación garante del cuidado de nuestros recursos naturales y la protección futura de la soberanía nacional.-
Abog. Cristian Hugo Pettorosso
Matrícula Federal T°600, F°816, C.F.A.L.P.
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