Fue elaborado en los últimos meses como una estrategia de reordenamiento territorial para Villa la Angostura y expusieron recientemente sus trabajos ante representantes de nuestra comunidad.
En el marco de una de las asignaturas finales de la carrera, cerca de 40 estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires formularon en los últimos meses un conjunto de proyectos urbanos para Villa La Angostura, con el propósito de potenciar las riquezas naturales y culturales de esta maravillosa aldea de montaña, tras analizar las particulares dinámicas del lugar.
La actividad se desarrolló en el marco de Ciudades para Armar, un espacio académico que elabora una planificación del territorio a partir de la identificación de situaciones urbanas complejas. En este taller de ciudades se recorre el sitio con un registro gráfico y sensorial para interpretar la estructura sociourbana y definir luego una cartera de propuesta en diálogo con la comunidad local.
Concluyendo el año lectivo, días atrás los estudiantes visitaron la ciudad, una de las más hermosas de nuestro país, que baña sus costas en el lago y que está abrazada por bellezas naturales que evocan el paraíso. Y constataron cómo su trama urbana orgánica se moldea alrededor de la topografía montañosa y la empapa de blancos invernales, de turquesas estivales.
Más allá de su paisaje bucólico, de su vegetación frondosa, de sus lagos cual espejos, los estudiantes detectaron enormes desafíos a enfrentar, tal como: el paso de la ruta 40 con camiones de carga por el centro de la ciudad, que colisiona con las actividades turísticas; o el crecimiento urbano sobre sus bordes, que se produce con dispersión y baja consistencia, entre otros.
Diversos indicios comenzaron a asomar a modo de alertas tempranas cuando, además, se tomó registro de cierta vulnerabilidad social en barrios populares, con carencia de infraestructuras y de servicios. Así también, en las sostenidas deforestaciones que dan lugar a nuevas edificaciones, tornando al suelo cual mercancía. E, incluso, en las bajas condiciones de caminabilidad de la aldea.
Recorriendo el territorio se constató cómo, tras sus inigualables paisajes, emerge un desarrollo urbano desigual que se expande con alta dispersión sobre la fragilidad ambiental del entorno. Y se comenzó a esbozar como idea rectora la conformación de un corredor inmersivo que estructure y articule nodos urbanos jerarquizados con balcones y miradores que asoman hacia el lago.
Esta reciente visita tuvo el propósito de presentar los resultados finales que alcanzaron los estudiantes en el marco de esta experiencia académica. La actividad estuvo coordinada por el Profesor Titular de la asignatura, Dr. Guillermo Tella; su Profesora Adjunta, Arq. Mónica Blanco; y parte del equipo docente: Arq. Cecilia Zalazar, Candela Barragán y Nicolás Mercurio.
Así las cosas, en el salón central de la Residencia Inacayal con que cuenta allí la Universidad de Buenos Aires, profesores y estudiantes montaron una exquisita muestra de trabajos realizados en la asignatura, con mapas y planos que empapelaron todas las paredes y las ventanas con sus proyectos de intervención para la Villa, donde se vislumbró un escenario de crecimiento futuro.
La actividad contó con el permanente acompañamiento a los estudiantes del Arq. Federico Sánchez durante su proceso de diseño, con discusiones e intercambios en aulas y talleres de la propia Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Además de su refinada sensibilidad por el sitio, supo oficiar de inigualable anfitrión del equipo docente en la Villa durante su visita.
Cabe destacar el apoyo recibido de parte del Colegio de Arquitectos (Regional 4), que acompañó en todo momento la iniciativa, con referentes tales como su propio presidente, el Arq. Segundo Arroyo, junto a los arquitectos Joaquín Sartorio, Carolina Lima, Andrea Aldea, Leticia Almozini y María Buchela, entre otros. La cena de cierre que oficiaron resultó un momento memorable.
El auditorio contó con la presencia de autoridades locales -como el presidente electo del Honorable Concejo Deliberante, Dr. Sebastián Raimondo-; representantes institucionales -como el Grupo Manzano (Bahía Manzano y Montaña Resort) y la Cámara de Comercio, Turismo e Industria- y vecinos destacados -como el pionero del Cerro Bayo, Jean-Pierre Raemdonck van Megrode-.
Como corolario de las presentaciones realizadas, se puso de relieve cómo por las propias dinámicas territoriales, las ciudades o bien crecen solas -y, en ese caso, tal crecimiento se produce en función de pulsiones sectoriales o de intereses particulares- y o se las planifica para orientar su desarrollo en función de una estrategia construida colectivamente en el marco de un escenario participativo.
Tal ha sido el entusiasmo despertado en todos los estudiantes por esta actividad que, durante todo el año entrante, desde la asignatura Ciudades para Armar se replicará la experiencia para abordar nuevos desafíos territoriales que depara la Villa en favor de un desarrollo urbano más equilibrado, más equitativo, más inclusivo, más integrado, más competitivo, más eficiente, más colectivo.