Archivos del Sur invita a la comunidad a la ronda de saberes ancestrales compartiendo salud y medicinas

El evento es organizado por el Comité  de salud intercultural del hospital Oscar Arraiz y se llevará a cabo el viernes 26 de julio de 10 hs a 14 hs en el nuevo SUM del hospital.

El Comité de salud intercultural del Hospital Oscar Arraiz de Villa La Angostura se conformó a mediados del 2023 y tiene como objetivo construir conocimiento intercultural sobre la salud y el buen vivir y fomentar prácticas de salud que acompañen la diversidad cultural. Está integrado por trabajadores/s de salud pública, referentes de las comunidades mapuche y de organizaciones e instituciones de la comunidad.

Como comité organizamos esta “Ronda de saberes sobre salud”. Invitamos a terapeutas y usuarios/as de Medicina ancestral mapuche a compartir de este encuentro, el Viernes 26 de julio en el SUM nuevo del hospital, de 10 a 14 hs. Comida a la canasta.

Archivos del Sur, subcomisión de la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer forma parte del Comité de Salud Intercultural y queremos presentar una serie de notas sobre Medicina Intercultural en este caso la excelente investigacion de Carina Carriqueo donde destaca la experiencia entre machis del pueblo mapuche y la medicina occidental. Los apasionantes caminos del Dr. Wille Arrue y el Dr.Arturo Philips. A su vez, realizaremos una serie de entrevistas a referentes del hospital Arraiz para recuperar saberes de la Medicina Intercultural y la historia del Sistema de Salud Neuquino.

En el camino de la medicina intercultural

Por Carina Carriqueo

Un acercamiento a la experiencia de dos médicos con la medicina tradicional mapuche y el aprendizaje de confiar en las respuestas que puede ofrecer la diversidad cultural de los pueblos.

Las experiencias del Dr. Wille Arrue y el Dr. Arturo Philip

En el último tiempo, respecto de la salud intercultural, la sociedad ha ido aceptando la sabiduría ancestral de diversas culturas para implementarla en la sanación, tanto mental como física. El doctor Wille Arrúe nació en 1943, en la ciudad de Goya, Corrientes. A mediados de 1974 llegó como médico generalista al hospital de Villa La Angostura, donde tuvo relación con la cultura mapuche y fue testigo privilegiado del plan de salud neuquino que se mantiene vigente hasta el día de hoy. En su libro “De salud y otras yerbas”(Mingaco, 2012) cuenta cómo vinculó a una curadora mapuche, doña Petrona, nieta de otra Machi, es decir una sanadora, quien ayudaba a sus pacientes con métodos antiguos a través de pewma, sueños. Cuenta Arrué: “Fui a verla a su casa, vivía en pleno centro de la ciudad, la sala era grande y había frascos por todos lados, orina, hierbas, las aguas como dicen, gran cantidad de gente en la sala, bastante diferente de los consultorios. Cuando saludé hubo intercambio de miradas inquietas ante mi presencia, quizá porque en el apuro seguía portando el uniforme de guardia con el correspondiente estetoscopio al cuello. Y claro, desentonaba, ¡donde se ha visto medir con el estetoscopio para curar el empacho!”. Continúa Arrué: “Aprender estos modos y respetarlos me impulsó a conceptualizar lo que dimos en llamar ‘abordaje conjunto’, que es facilitar respetuosamente la construcción que cada poblador desarrolla en la búsqueda de dar cuenta del sufrimiento en su enfermedad. Trabajé desde el análisis priorizando la disociación, el aparcelamiento del saber y me encontré con la integralidad en el enfoque originario. Yo venía de una formación en la cual el neurocirujano que se ocupaba solo de la médula era el ‘capo máximo’; de repente me encontré con otro enfoque en el cual se vinculaba lo biológico, lo psicológico, lo familiar, lo comunitario, lo social”.

Otro médico que se involucró con la medicina mapuche fue el platense Arturo Philip, protagonista de una experiencia trascendental con la medicina originaria durante las décadas de 1970 y 1980 en Carmen de Patagones, provincia de Buenos Aires.

Philip nació el 22 de febrero de 1948, estudió medicina en la Universidad Nacional de La Plata y fue el primer psiquiatra en obtener el título en esa especialidad otorgado por el Colegio Médico de la provincia de Buenos Aires en 1975. Su experiencia quedó registrada en dos de sus libros, titulados El hospital bizarro (De los Cuatro Vientos, 2008) y La curación chamánica (Planeta, 1994). Todo comenzó para él en 1974, cuando un concurso de carrera hospitalaria en la provincia de Buenos Aires le otorgó un cargo en el Hospital Neuropsiquiátrico de Carmen de Patagones.

Allí conoció, en 1979, a Dominga Ñancufil, una machi. En enero de 1980, Arturo asumió la dirección de la institución, y decidió darle una dinámica distinta, que consistió en abrir las puertas del hospital para que los internos pudieran tener contacto social. En mayo de 1982, en plena guerra de Malvinas, acompañó a Dominga a un paraje llamado Rincón de Yaminhué, a una ceremonia del Nguillatún, rogativa mapuche, para que los jóvenes aborígenes que habían ido a la guerra pudieran regresar sanos y salvos. Para Arturo, esa ceremonia significó un cambio de enfoque en su profesión. Mientras tanto, en el hospital, el empeoramiento de un enfermo mapuche de nombre César derivó en una experiencia inédita en la zona.

Philip escribió sobre el paciente: “Tiene 31 años, hasta los 18 años aparentaba ser normal. Luego vino el silencio, tiempo que lleva internado, seis años, manifestaba esquizofrenia tipo catatónica, no comía, se mantenía en un estado de profundo autismo, lo poco que relataba de su vida era que tenía un ‘daño’. Le expliqué el caso a Dominga y aceptó pero con la condición de atenderlo en su domicilio. Al día siguiente volví a su casa con César; ella se le acerca y comienza a hacerle preguntas, le habla en castellano y en la lengua mapuche. Lo toca, lo mira y él por primera vez en dos meses mira a alguien a los ojos. Dominga nos invita a salir para quedarse a solas con él. Al cabo de algo más de una hora, César retorna con nosotros. Su actitud es pasiva y su mutismo deja paso a una conducta de acercamiento.

Nos dice: ‘Dominga dijo que voy a estar bien, tengo que hacerles caso a ustedes y tengo que comer’. Ahora quiere hablar y ante la pregunta: ¿qué diferencia hay entre Dominga y el médico del hospital? César contesta: ‘Resulta que Dominga va a lo espiritual y los médicos van más a la carne. Dominga me guía por la vida… Yo hubiera puesto toda mi capacidad y mi inteligencia en el porvenir de mi raza, la india. Yo espero que mi raza se reproduzca en cualquier cantidad de personas, que ellos sepan defenderse tanto en la pobreza como en la tristeza…’”.

Decidimos seguir con la paciente más compleja y crónica en la experiencia piloto. Ahora solo faltaba demostrar su utilidad en pacientes no aborígenes. Norma tenía 32 años en ese momento, su vida transcurría por períodos de agresividad y de florido cuadro de excitación, con su padre en su cuerpo, según ella. Tampoco podrá amar a nadie, su padre se lo impedirá. Para entonces el equipo de salud del Hospital Neuropsiquiátrico se había ampliado y estaba conformado por médicos, enfermeros, actores y actrices, un teólogo, un psiquiatra, sociólogos, varios pasantes y una machi.

Decidimos entonces resolver la situación dentro de la misma concepción mítica de la paciente, es decir, estábamos dispuestos a realizar ‘un exorcismo’, pero, ¿quién ocuparía el lugar de exorcista?, ¿un médico, un cura, un pastor? […] Doña Dominga, la machi, se propuso, con el consentimiento de Norma. Cinco meses más tarde a Norma le daban el alta, se retiró del hospital para no volver nunca más, formó pareja y tuvo dos hijos”. No tuvo un final feliz esta experiencia en el Hospital de Patagones. Luego de que fuera convocado a un congreso de psiquiatría en Buenos Aires para contar la experiencia y todo el equipo decidiera presentar una obra de teatro en la que participaban hasta los que habían sido pacientes, el equipo se disolvió.

Ante denuncias injustificadas, el municipio tomó la iniciativa de despedir a todos los médicos; las patrullas rodearon el hospital y las autoridades comunicaron a todos los profesionales que también tenían in-validados sus títulos. Las razones eran varias, inherentes a la ética y a la moral; algunos colegas y vecinos veían con malos ojos que los internos tuvieran la libertad de salir cuando quisieran, se puso en duda el profesionalismo, molestaba la presencia indígena y se habló de “ brujería”. Dominga Ñancufil se quedó en su localidad y falleció en 1992, a los 54 años.

Ese año la Justicia de la provincia de Buenos Aires, ante un juicio iniciado por Arturo Philip al municipio, le dio la razón al médico. Arturo Philip emigró a Francia y murió en octubre de 2015, a los 67 años. El teólogo Guillermo Sabanes, quien actualmente vive en Viedma y fue parte del equipo de salud, no deja de recordar con profunda emoción todo lo aprendido y vivido con Dominga y lo que significó revolucionar un hospital mediante el encuentro de dos culturas, en favor de la salud mental. En tanto el doctor Wille Arrúe con sus 79 años, sigue en el sur, brindando conferencias acerca de la medicina popular, trabaja con personas en situación de calle privadas de su libertad. Vive actualmente en San Martín de los Andes.

Nota original  Cuadernos de la Biblioteca Nacional- año 6 n° 32

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