El espectáculo se llevará a cabo el próximo 10 de enero en lo que será una noche especial recordando grandes éxitos del rock nacional. Habrá músicos invitados y las entradas ya están a la venta.
Un espectáculo musical de jerarquía con una verdadera leyenda del rock nacional tendrá lugar en Villa la Angostura en los primeros días del 2025. Y es que nada menos que Nito Mestre se presentará junto a Diego Merino en lo que promete ser una noche muy especial, recordando los grandes clásicos de la historia del rock argentino.
La cita es el viernes 10 de enero a las 20.45 hs, cuando se recibirá al público con una copa de bienvenida, en el Centro de Congresos y Convenciones Arrayanes. Las entradas ya están a la venta en el local de “Patagonia Emprendimientos”, ubicado sobre la avenida Pascotto, a metros de la esquina con la avenida Arrayanes.
Nito Mestre, que nació el 3 de agosto de 1952, supo compartir aula con Carlos Alberto García en el Instituto Militar Dámaso Centeno, ubicado en la Capital Federal. Los dos integraban el coro de la escuela y habían logrado construir un vínculo estrecho que les permitiría surfear varios obstáculos años después; la pasión por la música los unió, pero en un principio, eran los líderes de bandas distintas.
En 1968, cuando las leyendas de la música todavía eran adolescentes, unieron ambas agrupaciones y conformaron Sui Generis. La formación inicial, por supuesto, incluía tanto a García como a Mestre, pero también estaban Carlos Piegari, Beto Rodríguez, Juan Bellia y Alejandro Correa, conformando un sexteto que se disolvió rápidamente. Las deserciones producidas en 1971 dejaron a ambos fundadores como únicos miembros de la banda de rock.
Sin embargo, 1970 fue un año bisagra para su consagración: el debut oficial se produjo en el Club Italiano del barrio de Caballito, pero Nito considera que la primera presentación se llevó a cabo poco antes, en la fiesta de egresados de los alumnos del Instituto Santa Rosa. Luego, el prestigioso productor musical Pierre Bayona vislumbró las grandes condiciones de los artistas y los recomendó ante su círculo íntimo.
Sui Generis: la primera vez como dúo
Un año después, fueron contratados para actuar en el Teatro de la Comedia de Mar del Plata en el rol de teloneros del show principal brindado por Pedro y Pablo. Debido a que Rolando Fortich, que había irrumpido como bajista, estaba de vacaciones, consideraron que la batería podría sobrecargar el sonido. Así, Francisco Prati no subió el escenario y ofició de fotógrafo, pero aquel movimiento sentenciaría el futuro de la banda.
El ascenso del grupo sería meteórico. Los primeros tres discos lanzados al mercado, “Vida” (1972); “Confesiones de invierno” (1973); y “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” (1974); fueron grandes éxitos y tanto el primero como el tercero fueron incluidos en la lista de los mejores 100 álbumes del género, según la revista Rolling Stone
De todas formas, el estrés generado por las diversas giras realizadas en el interior de la Argentina, la ambición de Charly de transformarse en solista y la compleja situación sociopolítica del país provocaron un cisma dentro de Sui Generis. Por ello, decidieron llevar a cabo una serie de conciertos de despedida que, rápidamente, causaron un impacto en el público.
Sui Generis: un final con el azar en contra
La banda, acostumbrada a llenar varios recintos, hizo historia en el Luna Park. El estadio, que tenía capacidad para 9290 personas, se rebalsó de gente; la alta demanda dio lugar a la programación de un segundo show y, en total, se vendieron 25.600 entradas, un número mucho mayor al esperado. Los autores de hits como “Canción para mi muerte”, “Rasguña las piedras” y “Necesito” decidieron darle un cierre a su periplo por los escenarios con actuaciones en lugares pequeños.
El viernes 20 de septiembre de 1975, estuvieron en la confitería Géminis, de Comodoro Rivadavia; el 21 dijeron presente en el Baile de Primavera del Centro Catamarqueño, de la misma ciudad; y el 22 agasajaron a los espectadores en el salón Estrella Norte de Caleta Olivia. Cuando parecía que esos recitales podían revitalizar a la agrupación y darle un nuevo envión para seguir juntos, ocurrió la catástrofe.
En el camino entre la localidad sentacruceña y la ciudad chubutense, mientras emprendían el camino de regreso, la camioneta que transportaba los equipos volcó en la zona conocida como La Curva de la Muerte. Todos los equipos de música sufrieron daños irreparables y solo se salvó el Mini Moog de García, un sintetizador electrónico que sería robado pocas horas después en el aeropuerto de Comodoro.
“Nos estaba gustando el asunto porque estábamos sonando realmente bien, y entre nosotros estábamos súper amigos. Ya pensábamos con el Flaco ir a Mendoza y seguir organizando, pero llegamos al hotel y estaba todo roto. Encima después nos afanan. Fue el colmo”, detalló Nito en una entrevista posterior.
A pesar de que se reunieron en algunas ocasiones para tocar en conciertos puntuales y hasta editaron un nuevo álbum en 2000 –”Sinfonías para adolescentes”-, el final ya estaba sentenciado.