Emprendedores locales: El fieltro, una cultura ancestral que cobra vida en Villa La Angostura

Desde su emprendimiento “Fieltro Andino”, Marcela Andreozzi utiliza el fieltro para realizar una infinidad de posibilidades en piezas únicas como indumentaria, carteras, vasijas, almohadones, entre otros.

 

Casi toda su vida la transitó en Buenos Aires, fue pedagoga de profesión, trabajó más de 30 años en escuelas, ministerios, y en la Universidad de Buenos Aires pero finalmente llegó el momento de jubilarse y cerrar etapas.

Su nueva vida comenzaría en Villa La Angostura, su pasión por bordar la llevaría a realizar un taller llamado “El Bordado como Trazo” y luego de sentir el placer por el arte, comenzaría su primer contacto con el fieltro en “Hilo Rojo”, y desde ese entonces nunca dejaría de fieltrar.

“Por un tiempo, el fieltro y el bordado fueron de la mano, hasta que empecé a investigar las infinitas posibilidades que el fieltro da. Me contacté con fieltristas argentinas que admiro profundamente y de quienes aprendí todo lo que sé hacer”, comenzó relatando la emprendedora a LA ANGOSTURA DIGITAL.

Tras diseñar y crear piezas para ella misma, gente cercana fue pidiéndole un poco más de esa magia que sólo Marcela podía lograr con su impronta única en el fieltro. Al poco tiempo empezó a vender a personas cercanas, y cada producto que vendía aprovechaba para reponer material o financiar sus cursos.

Y así fui creciendo como fieltrista, mucha práctica, mucha producción, mucho placer en lo que hacía, muchas ganas de seguir aprendiendo pero… Pocas ventas.

Luego de hacer varios cursos relacionados a emprendimientos, comenzó a idealizar ese proyecto que tenía en mente hasta hacerlo realidad, y así fue como nació “Fieltro Andino”. “Después vino la cuenta de Instagram (@fieltro_andino), y el logo… Ese fue el momento en el que sentí que algo en serio estaba pasando. Amo ese nombre y ese logo por lo que significan”, afirma.

“Fieltro Andino” es un emprendimiento textil que conjuga arte y artesanía. Se basa en la recuperación de una técnica ancestral. Es mucho más que una marca, es para mí la confirmación de que se puede empezar algo nuevo a cualquier edad, si existen las condiciones para hacerlo”.

Al día de hoy se dedica a crear un sinfín de piezas únicas como pashminas, bufandas, cuellitos, moldería para hacer indumentaria, carteras, estuches, fundas para cuadernos y agendas, vasijas, y productos a pedido como almohadones, mini textiles para enmarcar, caminos de mesa, entre otros.

Siendo una técnica absolutamente sustentable para el medio ambiente, la emprendedora comenta que todo el proceso que conlleva fieltrar es muy laborioso pero sumamente placentero donde la paciencia se trata de un punto clave para lograr el producto deseado.

Básicamente fieltrar se trata de generar un textil no tejido, a partir del entrelazamiento de las fibras del vellón de lana. La fibra del vellón se va desmechando en diferentes direcciones, luego se humedece con agua y jabón, y se fricciona hasta lograr el punto de compresión que requiere cada pieza. Por lo general, nunca menor al 40%.

Teniendo en cuenta que cada proceso es único, Marcela explica que por ejemplo, una pashmina de 60 x 1,80 cm puede llevarle de 8 a 16 hs de trabajo dependiendo de muchos factores: tipo de material utilizado, técnicas, armado de prefieltros, y sobre todo el tiempo dedicado a los detalles de terminación, un punto fundamental que hacen la diferencia.

“No me gusta trabajar apurada, prefiero dedicarle a cada pieza el tiempo que necesita hasta estar como quiero que esté. Por eso, no puedo trabajar de corrido una pieza de inicio a fin, necesito hacer cortes. A veces tengo varias piezas en simultáneo en proceso pero en lo personal, no puedo trabajar más de 4 hs diarias en producción”, asegura.

A su vez, “Fieltro Andino” se encuentra en su Instagram o principalmente en el Paseo de Artesanos del Puerto de jueves a sábados de 13 a 17 hs, y señala que “tenía en mente participar de la Fiesta de los Jardines y me anoté, pero en la última semana de enero Economía Social me ofreció un puesto en el Paseo de Artesanos del Puerto, y aproveché la oportunidad”.

“Un “antes” y un “después”. Sin esa posibilidad, “Fieltro Andino” no sería lo que es hoy. Lo que era una idea convertida en proyecto, de pronto tomó impulso y arrancó”.

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